La imagen de aquella mañana de marzo, recogida magistralmente por Pepe Mullor para Ideal y El País, de Joaquín Navarro Estevan apuntando datos, y de Antonio Maresca frente a los integrantes de la Junta Electoral Provincial apoyando sus manos sobre una montaña de centenares de folios, ilustraba con reveladora nitidez lo que, apenas unos días antes, había sucedido en la provincia. Lo ocurrido el 28 de febrero de hace ahora cuarenta años estaba resumido, no solo en la pregunta estrafalaria (ni el gran Chiquito lo hubiera podido superar) planteada por el gobierno, ni en la exigencia (no planteada a ninguna otra comunidad, solo a Andalucía) de superar el 50 por ciento de apoyo ¡de todo el censo!, no de los votantes. Aquella montaña de folios recogían los centenares de irregularidades llevadas a cabo en los recuentos y los miles de nombres de almerienses que, pese a haber fallecido, aparecían en los listados oficiales con derecho a voto. El magistrado Navarro Estevan, siempre tan brillante, declaró a La Voz aquel día y a la vista de los datos analizados que “el numero de fallecidos en este adefesio de censo supera al de muchos cementerios”.
Luchar contra aquel triangulo diabólico, tan intencionadamente disparatado como lleno de trampas, convertía en quimérico alcanzar la victoria matemática. Lo que nadie pudo impedir fue el triunfo moral y político de quienes apoyaron- apoyamos- que Andalucía no estaba dispuesta a tolerar una estructura autonómica supremacista en la que Cataluña, Euskadi y Galicia ocuparan una posición de privilegio, situando a los andaluces en un estatus secundario.
Cuatro décadas después algunos continúan defendiendo la tesis de que los almerienses votaron mayoritariamente ´No¨ a la vía del 151. El dato, aunque lo repitan una y otra y otra vez, es falso: el 28 F 119.550 almerienses votaron Si y 11.450 votaron No. Esta es la realidad. Lo demás es pirotecnia. En una democracia lo que cuenta son los votos depositados en las urnas a favor o en contra de una opción, si es un referéndum, o el respaldo que obtiene cualquier partido, si son concejales, diputados y senadores los que se eligen. UCD, tan acertada en tantas decisiones, diseñó una estrategia tramposa- mas del cincuenta por ciento del censo y en todas las provincias- que nunca pretendió conocer la opción de los andaluces, sino boicotearla.
Ha pasado mucho tiempo desde aquel febrero y lo escrito sobre lo sucedido entonces llenaría varias bibliotecas, pero hay un detalle sobre el que, más allá del caso de Almería y la trompetería que le acompaña de vez en cuando, merece la pena detenerse, sobre todo ahora que algunos que entonces perdieron la batalla supremacista, quieren volver a retomarla buscando el apoyo del mismo partido, el PSOE, que en aquella primavera adelantada se lo impidió.
Decía Heráclito que nadie se baña dos veces en el mismo río, pero el catalanismo independentista ha dado esta semana un paso más para desmentir la afirmación del filósofo griego. La Mesa del Reencuentro, como de forma tan cursi la llama el presidente Sánchez, es un escenario en el que una de las partes, la independentista, solo busca consagrar aquel supremacismo que los andaluces echaron por tierra el 28 F pero, ahora, elevándolo hasta la independencia.
A pesar de los apocalípticos que aseguran que Sanchez posibilitará el referéndum de independencia que le demandan sus compañeros de Mesa no veo esa posibilidad en la agenda del presidente. Lo que sí contemplo es la posibilidad de que intente ´desinflamar´ la situación accediendo a concesiones territoriales que acaben rompiendo el principio de solidaridad con que debe desarrollarse la gobernanza del país. Sería algo así como cambiar paz territorial por dinero y prebendas. La estrategia del inquilino de La Moncloa seria un error: la paz territorial solo será coyuntural (los independentistas no van a renunciar a su objetivo) y, a la par, abriría una brecha entre comunidades autónomas de consecuencias impredecibles, pero, en cualquier caso, del alto voltaje social y político.
Aunque con formatos distintos, la vieja aspiración supremacista sigue hoy más viva que entonces. El 28 F de hace ahora cuarenta años la paró. Ahora también se puede y se debe parar. Solo hace falta cumplir y hacer cumplir la Constitución.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/187832/aquel-28-f-y-la-mesa-sanchez-torra