Por sus obras le conoceréis. El mismo día que miles de autónomos (ese colectivo de héroes cotidianos que pasa ahora un tanto desapercibido entre los aplausos solidarios a sanitarios y reponedores) recibían la factura de la cuota de marzo como quien recibe una puñalada en el tercer espacio intercostal, el presidente del supuesto Gobierno, Pedro Sánchez, inyectaba quince millones de euros a algunas televisiones privadas y amistosas para compensar así su bajada de ingresos publicitarios. No hay mejor retrato del personaje: el relato siempre por encima de la realidad. Y es que a este Gobierno, o lo que sea, le importa mucho más la retransmisión de una realidad oficial que lo que está pasando a miles de familias que dependen de la iniciativa de autónomos que se la juegan literalmente cada día para poder llegar a fin de mes. Naturalmente, el Dr. Fraude presta mucha más atención a lo que puedan decir las televisiones que a la Federación Nacional de Trabajadores Autónomos, que llevaba varias semanas suplicando la suspensión de la cuota de ese mes negro para la economía española. Pero no ha servido de nada. Primero las televisiones amigas y luego ya veremos. Conviene no olvidar que tras las órdenes de ese desventurado grupo de carteristas reunido en Moncloa, miles de autónomos tuvieron que cerrar sus negocios y que llevan tres semanas sin ingresar un euro. Y ahora, encima, este palo. Yo me alegro mucho por los trabajadores de las empresas televisivas, a las que por cierto suele irles de maravilla, pero quizás esta generosa ayuda económica nos permita deducir las razones por las que, en mitad de una catástrofe humanitaria sin precedentes en España, aún no hemos visto en las televisiones el entorno terrible de las muertes y los duelos. Eso mismo que vemos con todo detalle cuando un hijo de puta mata a su ex pareja. Llevamos cerca de 9.000 muertos por coronavirus y ni un ataúd en los telediarios. Por algo será.
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