En los últimos días estamos asistiendo a una avalancha de mensajes relacionados con el coronavirus a través de WhatsApp, que advierten de los aspectos más in-creíbles, saltando alocadamente de grupo en grupo, la mayoría de los cuales son posteriormente desmentidos por otras fuentes, en ocasiones, tan poco fiables como las primeras.
Mi marido dice que es por el miedo y, mientras observo cómo nuestros teléfonos se colapsan nuevamente, pienso en la metáfora del ser humano como científico de Kelly. Efectivamente el miedo es una de las poderosas razones que lleva a las personas a compartir y devorar indistintamente todo cuanto cae en su mano, pero, sin duda, hay otros elementos que intervienen en esta disparatada forma de co-municarnos.
Según la Teoría de los constructos personales desarrollada por el psicólogo esta-dounidense George Kelly (1955), toda persona lleva dentro de sí un científico que elabora sus hipótesis, investiga qué hay de cierto y saca sus propias conclusiones para anticipar resultados y actuar en consecuencia. Incluso desde el psicoanálisis freudiano se alude a esta característica humana. Una amiga solía decir que si una persona chocara contra una farola, el yo sufriría los efectos del golpe, el ello le ex-plicaría lo sucedido y el superyó le echaría la bronca por no haber estado atenta. Estas y otras teorías psicológicas justificarían ese indestructible afán de conocer, validar e informar que llevamos todos de serie. No en vano, el constructivismo ha dado sus mejores frutos en el ámbito de la enseñanza y ahora sabemos que el conocimiento que uno mismo crea se recuerda más que el memorísitico.
Por tanto, dado que el ser humano necesita información, es absolutamente im-prescindible que las fuentes oficiales la suministren para que no se produzcan la-gunas informativas que faciliten la aparición de bulos y rumores, que en nada be-nefician a la necesaria confianza en el sistema. Así, las comparecencias del presidente del Gobierno, y de los ministros y técnicos que gestionan la crisis, constitu-yen un verdadero bálsamo a nuestra comprensible necesidad de saber, pues la información que trasladan es el mejor antídoto contra ese imparable torrente rumores que ha encontrado en las redes sociales su caldo de cultivo y su mejor vehículo de transmisión.
Pero tan importante es recibir información como saber en qué momento parar. Confiemos en ese científico que llevamos dentro para entender que es mejor manejar menos información pero de calidad noticias elaboradas por periodistas, en medios de comunicación veraces-, como garantía de fiabilidad, pues si algo necesitamos en todos estos momentos es confianza.
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