La izquierda de Rafa Nadal es la mejor que ha dado la historia del tenis. Con ella, el tenista español ha logrado éxitos que lo sitúan en el Olimpo del deporte nacional y mundial.
Con su poderoso físico y desde el fondo de la pista el manacorense saltó hasta el número 1 hace ya quince años.
Hace pocos días, un Nadal maduro expresó a un diario algunas reflexiones sobre la terrible experiencia de la pandemia que estamos viviendo. Afirmó: “Me da igual si están gobernando izquierdas, derechas, centro... me da absolutamente igual. Cuando hablo, no hablo pensando en política. Yo hablo como ciudadano, sin pensar si está gobernando el Partido Popular, el Partido Socialista, Ciudadanos, Podemos o Vox. Yo lo que quiero es que los que estén gobernando lo hagan de la mejor manera posible para todos”.
La reacción de mucha gente a esta entrevista ha sido terrible e injusta. Burlas, insultos y descalificaciones. La más recurrente ha sido llamarlo ‘facha’. Es el golpe habitual del tenis sociopolìtico hispano: a un lado los llamados de izquierda, al otro, los de derechas. Este juego patrio de rojos y fachas no es digno de Wimbledon precisamente; en él las voleas se sustituyen por un único golpe, el pelotazo a la cabeza del rival.
En España jugamos malsanamente a derechas e izquierdas sin saber que en realidad no existen fuera de nuestras mentes. La gente cree convencida que sí, como si fueran unas parcelitas de nuestros acomodados egos en el resort Verdad, a las afueras de la realidad y con vistas a la maldad exterior.
En nuestras vidas reales y cotidianas nadie podría llegar a ningún lado doblando solo las esquinas hacia la derecha o hacia la izquierda. De haber actuado así hace millones de años no hubieramos pasado de ser Australopitecus. Sería absurdo preguntarse si un bar es de izquierdas o derechas antes de entrar en él. O preguntarle al médico si es rojo o facha antes de que nos cure.
Se que tras esta metáfora espacial nacida en el siglo XVIII hay diferencias reales en políticos y en pensadores. Hay reglas generales tras la dicotomía izquierda-derecha: Más intervención del Estado frente a menos; más regulación frente a menos; más apertura al cambio frente a menos, más valor a la igualdad que a la libertad personal...Pero estos principios no se usan en paquetes cerrados cuando se trata de bregar con la realidad. Es imposible lógica y empíricamente.
Gödell demostró la imperfección de estos aparentes lotes de pensamiento. Pero es que además, la realidad y sus infinitos problemas los hace más imperfectos aún.
Podemos ser de izquierda una vez y de derecha en la siguiente. Soy de izquierdas, porque me encanta la propuesta de Podemos de subir impuestos a los ricos, pero si eso va a llevar a que los que tienen dinero emigren con todo no me gusta que al final el Estado se quede con menos dinero. Soy de derechas si temo que un poder político me quite mi libertad pero si por tenerla intacta enfermo gravemente, tampoco me gusta la derecha. Es posible ser de derechas y de izquierdas al mismo tiempo.
Todos deberíamos ser conscientes de ello para ser mejores. Cualquiera puede votar Podemos en una ocasión, y en la siguiente votar PP. No hay nada ilógico, incoherente o inmoral en ello. Solo los resultados.
Pero este falso antagonismo derecha e izquierda tiene intereses. El principal es el de los políticos y sus partidos, que prefieren soldados fanatizados que enviar al frente antes que a votantes reflexivos y críticos que duden y no se apasionen.
La irreal oposición derecha-izquierda fomenta el conformismo acrítico de los españoles, amén del cainismo. No se debate, se busca el pecado de sangre del contrario, como se hacía con moriscos y judios para asi luego expulsarlos.
Rafa Nadal no dijo ningún disparate en esa entrevista. Es el pragmatismo filosófico de James, Dewey o Rorty, que rechaza la existencia de esos lugares platónicos donde habitan las supuestas verdades de la izquierda y de la derecha.
Nadal ha sido pragmatista en su vida como tenista. No se acomodó en aquellas primeras virtudes de su juego que le dieron sus primeros triunfos y buscó otras para mantenerse e incluso mejorar. No se quedó solo con la fuerza de sus inicios, con su imponente derecha; cambió de juego, mejoró su saque, el revés, intentó acortar los peloteos...así mejoró hasta llegar a ser el deportista inmortal que es hoy. Que la mejor derecha de la historia del tenis sea la izquierda de Rafa Nadal nos debería llevar a reflexionar y así luego seríamos mejores como sociedad democrática.
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