Mi dilatada vida dedicada a la educación me ha proporcionado suficiente experiencia y perspectiva histórica como para incidir en la importancia de que el alumnado no pierda su ritmo de aprendizaje a pesar de la pandemia. Para conseguirlo, los profesores hemos tenido que traducir a la versión telemática nuestra función docente de un día para otro, con el objetivo de que todo siga su curso. Con las dosis de estrés y prolongación de las jornadas laborales que este hecho genera tanto en los maestros como en las familias y en el propio alumnado. Por otra parte, sabemos que los entornos virtuales son complementarios porque la verdadera educación exige la presencia física y no robótica del ser humano. Por mucho que nos empeñemos en la enseñanza telemática, los centros educativos son espacios de socialización, encuentro, intercambio y relación.
¿Cómo van a realizar este trabajo las educadoras, logopedas, fisios y pedagogos terapéuticos por medio de unas pantallas?
Por otro lado, es necesario hacerse cargo de unos alumnos que han tenido una experiencia educativa desigual durante el período de confinamiento.
Situaciones inéditas invaden nuestros Centros Educativos: Distanciamiento social. Mascarillas. Educación híbrida, presencial, online. Burbujas de convivencia. Gel hidroalcohólico, desinfección, confinamiento y protocolos de actuación. El retorno a la “nueva normalidad escolar” presenta, además, numerosos desafíos emocionales y psicológicos que alumnos y profesores tendremos que afrontar en los próximos meses, y que nos exigirán una permanente capacidad de cambio y adaptación. En este sentido, los educadores hemos tener más presente que nunca la educación emocional para ayudar a los estudiantes a regularse y a que se sientan capacitados para seguir adelante. En palabras de la psicóloga clínica, Kate Brierton, “Hay que escuchar y validar cada experiencia individual; un sentimiento o emoción nunca está equivocado, porque no podemos controlar cómo nos sentimos”. La mencionada Psicóloga viene a decir también que es de vital importancia usar el lenguaje para generar un sentimiento de pertenencia: “estamos juntos en esto y nos podemos ayudar unos a otros”.
El citado distanciamiento social impuesto por el coronavirus ha modificado también la forma de impartir clase o de participar en las actividades lectivas, al forzar un espacio físico entre los alumnos que hace más difícil el trabajo en grupos. Los docentes hemos de buscar también estrategias propias para superar esas medidas de distanciamiento.
Por último, reiterar la idea de que los Colegios e Institutos están fundamentalmente pensados para Educar además de enseñar las diversas materias. ¡Ánimo y suerte, queridos compañeros, para afrontar un curso difícil y, en cierto modo, imprevisible con la ilusión de hacerlo lo mejor posible.
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