Una semana más, la sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados se convirtió en un autentico gallinero con intercambio de insultos desde unas bancadas a las otras. Pablo Casado levantó el tono más de la habitual ( debe ser porque se acerca la moción e censura de VOX y quiere marcar terreno) y el presidente le contestó con el ya habitual latiguillo de : “no vamos a entrar a provocaciones”. Sin más.
Mientras desde los escaños se oía nítidamente “¡sinverguenza!” mientras arreciaban los pataleos y los golpes en los bancos. A continuación Santiago Abascal, con el tono rimbombante de rigor, apelaba al peligro que para la democracia representa este Ejecutivo... como si la defensa de la democracia fuera su objetivo político.... Y todo este guirigay impresentable, con un perdonavidas de Pablo Iglesias dando por hecho que el Supremo nunca se atreverá a procesarle, cuando la pandemia crece ycrece. Porque no es un tiempo político cualquiera. Estamos ante la peor crisis sanitaria desde hace más de cien años, con los peores datos de Europa, y con unos vaticinios económicos del FMI que deberín obligar a Gobierno y oposición a buscar soluciones comunes. El PIB va a caer el año próximo cerca del 13% y el paro vuelve a cifras del 16/17%.
Pues no. Todos estos datos les son ajenos. No hay una propuesta para frenar de forma conjunta el nivel de contagios ni para hacer una ley que permita a las Comunidades Autónomas enfrentar la pandemia sin tener que recurrir al estado de alarma. ¿Para que van a perder el tiempo en esas naderías si es mucho mas divertido patalear y llamarse sinvergüenzas en la Carrera de San Jerónimo.
Y esta imagen patética es la que la UE contempla estupefacta, mientras comienzan a alzarse voces que nos describen como el principal problema de Europa en estos momentos. Por si faltara alguna gresca por explotar, al PSOE y a UP no se les ha ocurrido otra solución, al bloqueo de la renovación del Consejo General del Poder Judicial, que cambiarla forma de elección de sus miembros. Dejando fuera al PP, por supusto. Y no es que no se lo merezca, con esa capacidad de bloquear cuando no está en la Moncloa. Es que ahora esta bronca no toca.
Al margen del goteo incesante de muertos por coronavirus, que ya escuchamos como una letania a la que el temor no está haciendo insensibles, están en juego los fondos que la Unión Europea aprobó repartir para frenar la debacle económica. Y ante los negros augurios de FMI van a resultar mas imprescindibles que nunca. Bruselas, ante el espectáculo político que estamos dando, puede tomar la decisión de tutelar estrictamente cada euro que llegue a España. Otra vez, como en la crisis de 2008, los hombres de negro gestionarán el gasto público.
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