José María Pérez Tudela
01:00 • 12 dic. 2011
Estamos cercanos a la Navidad y quiero alejar de mí toda ironía, e incluso no decir lo que decir quisiera. Me gustaría que en todos los hogares de la tierra luciera un Sol de Paz y de Armonía.
Los artistas de mayor o menor calidad necesitamos escribir sin ningún tipo de presión y en un silencio casi absoluto; en mi caso mi esposa -amor profundo- se acerca sigilosa y me besa lo mismo que lo hacía mi madre.
Creo que las distintas facetas del amor contienen un fondo de belleza que embalsama el alma con un incienso bajado del Cielo, enviado por Dios junto a una orquesta de melodías sublimes interpretadas por ángeles y dirigidas por un arcángel de batuta hermosa y misteriosa.
Todo lo expuesto es una expansión de mi alma herida, lacerada tantas veces por la incomprensión de mis congéneres. En una Tertulia sita en la plaza de Santa Rita tuve la infeliz ocurrencia de expresarme así: “Todos y todas tenéis dotes estupendas, pero hay tres o cuatro a las que yo denominaría emblemáticas” Cayó como un tiro pero el resto no incluido en el selecto grupo manifestó una buena educación. Transcurridos los años rectifico y pienso que para vivir en sociedad no basta respirar, “y el que dice lo que quiere oye lo que no quiere”
No pretendo en modo alguno dármelas de sabihondo, pero antes y ahora tengo buena disposición para ayudar donde haya un foco de cultura, sea cual sea su condición; en este tema excluyo las ideas políticas y religiosas. Estos temas los tocaré cuando lo crea conveniente.
Hace unos días la voz de una dama llamada Karmen Romero produjo en mí gran satisfacción. Mercedes Soler, hermoso bastión, fue excluida en una relación periodística. “Por eso perdí el reposo de mis infantiles años; dime, mundo peligroso, ¿por qué siendo tan hermoso contienes tantos engaños? Carlos Hernández, te mereces un diez, la nota máxima. Al cabo de los años escuché con agrado la voz de Paquita Ristori. Con más frecuencia, aunque relativa, suelo recibir llamadas de Mari Luz Segovia, presidenta de la Asociación Cultural “Celia Viñas” a la que todos los arriba mencionados pertenecen.
Pilar Pérez es una terapia y como tal pone punto final a mi trabajo de hoy: “Y dejé por el camino la vanidad y el poder porque nunca quise ser un sueño desvanecido”
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