El pensamiento en España tiene poco que ver con el mundo de las luces y más con el de los olores. ¿Y si cuando pensamos o razonamos no estuviéramos en realidad haciendo otra cosa que oler ideas, guiarnos por el olfato en un mundo invisible paralelo al de la materia?
Durante siglos hemos tenido en más consideración intelectual el ver que el oler. Al inicio de la Filosofía, Platón asoció el pensamiento a la vista. Su tortuosa y equívoca alegoría de la caverna abunda en estas metáforas visuales: oscuridad, sombras, fuego, luz, reflejo, el sol que es la hostia. Aristóteles asoció la contemplación teórica al estado de mayor felicidad natural del humano. De la Edad Media a la Moderna, se pasó de la luz divina a la luz atea del Siglo de las Luces con la facilidad de un moderno conmutador.
Comienzo el trimestre intentando transmitir a mis alumnos lo que es el pensamiento abstracto, simbólico y cómo éste nos dio una segunda naturaleza casi divina, tal y como afirma Cassirer.
En aquellas cuevas de nuestros antepasados, el olor debía de ser contundente pero triunfó la vista como la herramienta más humana y ‘elevada’ de todas. El primer Neandertal que pintó un bisonte sobre la piedra fue al mismo tiempo el primer sacerdote, el primer político y el primer artista, todo al mismo tiempo.
Confiados en la capacidad de la vista, los humanos nos hemos convencido con mucha insistencia de que vemos entidades invisibles como la justicia, la sociedad perfecta, la felicidad, el progreso, el conocimiento, la izquierda y la derecha.
La palabra ‘Teoría’ viene de varias raíces indoeuropeas cuyos significados apelan a la visión, la vista y la observación, incluida la del espectador de teatro. Es paradójico que hoy día, cuando se está perdiendo capacidad de abstracción nos rodean las teorías con la cercanía cotidiana y patencia de un buen perfume.
Hay quien confía más en su capacidad de orientación en un imposible espacio sin coordenadas que en su propia madre. Hay personas que encuentran la derecha o en la izquierda invisibles con la misma facilidad que un sabueso terrier se mueve tras su presa en la campiña de Yorkshire.
No se si alguna vez esta metáfora visual de la razón funcionó de verdad. Rorty añadía además la analogía del conocimiento como espejo. Este ha acabado rompiéndose. ¿En qué momento el inodoro, incoloro e invisible mundo de las ideas de Platón se convirtió en España en una charca pestilente?
Ahora quieren que pensemos las ideas por el olfato. Nos gusta las fragancias de las ideas de la libertad, la igualdad, la justicia...aunque no las comprendamos; no hace falta, las olemos.
El jefe del clan Podemos agita un trozo de carne sanguinolenta tras otro para que las pituitarias de nuestros cerebros se alteren y sea arrastrados por su implacable química.
Vivimos rodeados de pantallas como nunca, pero éstas vomitan imágenes cuya peste las traspasa hasta impregnar el cerebro de los jóvenes españoles con aromas pegajosos que no te los puedas quitar.
Hoy el vicemago de la tribu ordena hacer un video sobre el jefe del Estado que apesta a zafiedad. Pega una imagen a otra, a Juan Carlos I con Franco, riéndose, al Rey Felipe VI haciendo el ganso sobre una moto...y como fetidez final, la música de una famosa serie sobre el mayor narcotraficante de la historia. Un trabajo sutil y fino.
Ya lo escribí hace semanas, no se puede construir nada bueno basándose en el enredo, la confusión y en las estrategias informativas que han hecho de Belén Esteban la princesa del pueblo. Sería solo la república Sálvame. NI siquiera el Deluxe.
Con ese video, los enemigos del Estado, o simplemente los irresponsables, buscan que se piense con el olfato, que se huelan las ideas y como el terrier no se pueda dejar de perseguir la presa. Se trata de pensar oliendo. Embrutecer al ciudadano en vez de ilustrarlo es mucho más insoportable que haber tenido un rey que no pagaba impuestos del dinero de unos y otros con el que trapicheaba por el mundo y al que el pueblo español ya apartó de su puesto gracias a Rubalcaba y Rajoy.
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