Emilio Ruiz
22:37 • 22 dic. 2011
Las fusiones bancarias crean situaciones curiosas entre oficinas y empleados. Un director de una oficina de la CAM de Almería, que antes lo había sido del Sabadell, del que se fue de malas maneras, anda estos días preocupado por cómo le recibirán en su antigua casa, que es su nueva casa. En la Avenida del Mediterráneo han convivido puerta con puerta una oficina de Bancaja con otra de Caja Madrid. Tras la fusión, han permanecido abiertas, ambas con el rótulo de Bankia. Menos mal que se ha cerrado una de ellas.
La anécdota más divertida se ha dado la semana pasada en Murcia. Como se sabe, Ruralcaja y Cajamar eran, hasta ayer, "enemigos territoriales". Cada año, el Club de Empleados de Ruralcaja, por un lado, y la Asociación Cultural y Recreativa de Empleados de Cajamar (Acremar), por otro, celebran su tradicional comida de Navidad. El restaurante, cuestión de coincidencias, es el mismo, el mesón La Torre. Siempre lo han hecho guardando distancias. Pero esta vez era distinto. "¿Y ahora qué hacemos?", se preguntaban en uno y otro salón cuando estaban en plena faena, "al fin y al cabo dentro de unos meses vamos a ser compañeros".
Un empleado de Ruralcaja, José Pedro Carrillo, que antes lo fue de Cajamar, se ofreció para trasladar un mensaje de compañerismo a los del otro lado. Los de la caja almeriense lo acogieron con tanto cariño que, a los postres, los dos grupos se fundieron en uno. Tan agradable fue el encuentro que al final del mismo el subdirector general y director territorial de Cajamar en Murcia, Bartolomé Viúdez, se fundió en un abrazo con el director territorial de Alicante y Murcia de Ruralcaja, Fernando Sánchez.
Felices fiestas y feliz año a todos. De corazón. Y, como suelen decir con frecuencia los gitanos de mi pueblo, perdónenme si a alguien he ofendido.
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