Ánimas

Ánimas

José Luis Masegosa
23:37 • 08 ene. 2012
La noche cerrada se cierne sobre el ramillete de casas alineadas en el camino de acceso principal a este núcleo rural, en torno a las laderas de la rambla que hace gala de su original nominación de Arroyo de Urrácal. Así ha sido conocido desde hace mucho tiempo, sobre todo en el ámbito eclesiástico, aunque en realidad su topónimo actual es Campillo de Purchena, un conjunto inconfundible de sólidas casas que pergeñan uno de los enclaves más peculiares del norte almeriense. Es noche de Reyes. El justo alumbrado navideño recuerda que en este recóndito paraje se viven con intensidad los recientes festejos. Antes de la medianoche, la agotadora jornada de los integrantes de la Cuadrilla de Ánimas cierra capítulo en el salón del “Bar de Juanito”, al amparo de un oportuno fogón de leña que aumenta, con permiso de la concurrencia, el alto grado de calor humano que adereza este único y exclusivo “Baile de Ánimas”. Atrás han quedado tres días, tres –Nacimiento, Año Nuevo y Reyes- en los que la Cuadrilla de Ánimas ha cumplido escrupulosamente con su cometido anual de recorrer todas y cada una de las viviendas del Campillo para pedir una limosna “en nombre de las ánimas” que se empleará, como manda la tradición, en sufragar los gastos más importantes de la iglesia y en el ofrecimiento de misas por los difuntos del lugar.
A esta excelente manifestación lúdico-cultural acuden ávidos músicos para participar en tan noble actividad o para disfrutar con las seculares malagueñas y parrandas que animan este Baile de Ánimas, en el que el “alcalde”, figura clave, no cesa en su cometido de “arrancar” pujas para conseguir la mayor aportación económica posible, bien de quien propone el “baile” o de quien lo rechaza a cambio del pago de la correspondiente cantidad de dinero, siempre mayor que la del proponente.
Vocaliza la cuadrilla letras ancestrales, de siglos curtidas y felizmente recuperadas en una impagable labor en la que mucho ha tenido que ver el “Tío Frasco Rojo”, sus nietos y descendientes que hoy suman esfuerzo e ilusión por mantener viva y “pura” esta cuadrilla singular. Es la ilusión y tenacidad de los ausentes, el inolvidable “Antoñito”, el Tío Juan Lucía, el Tío Violines, “El Tío Tomás”, entre otros; y el empeño de los presentes, todos, que se entregan al noble arte de perdurar nuestro patrimonio folclórico y cultural a través de los años. Es la Cuadrilla de Ánimas del Campillo, la que como en uno de sus “aguilandos” se despide por ahora “Quédate con Dios devoto/ que las ánimas se van/ agradeciendo favores/ por la limosna que das”.






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