La mesa está averiada

La aversión a la “mesa” se ha instalado en las filas independentistas

Antonio Casado
02:10 • 15 sept. 2021 / actualizado a las 07:00 • 15 sept. 2021

Aprendimos en el colegio que las líneas paralelas nunca llegan a encontrarse por mucho que se prolonguen. No encuentro una figura retórica que mejor exprese las vísperas de la mesa del diálogo apadrinada por PSOE y ERC como palanca del reencuentro España-Cataluña mediante el diálogo del Gobierno con la Generalitat. La llamada “mesa del diálogo” está seriamente averiada. Todo va fluyendo en el desacuerdo y no en el “reencuentro” soñado por Pedro Sánchez. Para el Govern se trata de negociar el futuro político de Cataluña, que exige inexorablemente -según su discurso- un referéndum de autodeterminación y una amnistía (o sea, el olvido, la supresión de los antecedentes de la comisión de un delito, como si nunca se hubiera cometido) de los condenados en relación con los hechos que coronaron en la ilegal consulta popular del 1 de octubre de 2017. En cambio, el Gobierno central, en su declarado propósito de recuperar un clima de reencuentro y negociación con la Generalitat, rechaza de inicio las dos principales pretensiones del independentismo (autodeterminación y amnistía) porque desbordan los marcos legales de la Constitución y nunca serán una opción sin previa reforma de la carta Magna. Por tanto, el Gobierno de la nación acude con un lenguaje diametralmente opuesto a la “mesa”, que va a celebrarse en los próximos días si no hay aplazamiento a causa de las tormentosas diferencias que están suscitando tanto el orden del día como los nombres de los asistentes. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, invita a los independentistas a aprender de sus errores, a buscar el consenso entre los propios catalanes y a recordar que no permitirá ninguna violación de la Constitución Española. Pero sí está dispuesto a hablar de la política de las cosas, esas que mejoran el clima político, la economía y las condiciones de vida de los catalanes, como los indultos a los líderes del “proces”, la ampliación del aeropuerto del Prat (de momento malograda, por falta de apoyo institucional de las autoridades catalanas), la desaparición de los peajes en las autopistas, la lucha contra la pandemia (procesos de vacunación) o las transferencias pendientes que mejoren el autogobierno. La aversión a la “mesa” se ha instalado en las filas independentistas, justamente porque lo que ofrece el Gobierno está contaminado de autonomismo, mientras que dos de los tres socios del Govern, JxCat y Cup, apuestan por la confrontación con el Estado “represor” y no quieren que la “mesa” proyecte la imagen de que el conflicto catalán está en vías de solucionarse.



No es opinión. Es reseña de lo ocurrido en las concentraciones de la “Diada”, donde los llamamientos a la unidad del secesionismo ya no sonaron como otras veces.









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