El volcán de La Palma ha venido a escupirnos a la cara nuestra humana insignificancia cósmica. Ayer, un virus o un tsunami, hoy un volcán y mañana un meteorito. Al final serán la desaparición segura del ser humano, el fin de la vida entera, la muerte del sol y la entropía del universo.
Ahora que empieza el curso 21-22 explicaré a mis alumnos el significado de los volcanes. Enseñarles cómo funcionan, cuáles son sus tipos y causas lo hacen muy bien mis compañeros de Biología y Geología. Los de Filosofía usamos los volcanes para explicar el sentido de la vida.
A los pequeños les mostraré cómo avanza la colada de lava en la Palma enterrando para siempre poblaciones enteras. Les enseñaré en nuestras modernas pizarras las desgarradoras lágrimas de esos compatriotas canarios que presencian confusos e impotentes cómo el magma se traga sus casas. Las conmovedoras escenas nos muestran a ancianos que recogen amorosamente una cabra; a un señor que aprieta contra su pecho una foto de sus padres; a otra mujer que coge un muñeco de su hijo y otra persona que lleva con cierta inconsciencia una plancha para ropa.
“¿Qué salvarías tú minutos antes de que un río de lava arrase para siempre tu hogar?”, les preguntaré en Valores Éticos. Valorar es apreciar y cuidar lo que somos como humanos y lo que nos hace tener una vida digna, las personas en primer lugar. Valorar es salvar del volcán lo que crees que hace de tu vida una vida valiosa con más fuerza que las destructoras entrañas de la tierra.
Cuando era un activista universitario usé el apodo ‘Giacomo’, en honor a Leopardi y poemas suyos como el que le dedica a La Retama que florece en la baldía tierna de la ladera del Vesubio, a la que compara con el ser humano:
“Y tú, lenta retama, que de olorosos bosques / adornas estos campos desolados, / también tú pronto morirás al cruel poder del subterráneo fuego / que al lugar conocido retornando/ sobre tus tiernas matas/ su rojo manto extenderá. Rendida / al mortal peso del destino, inclinarás entonces / tu inocente cabeza./ Mas hasta entonces no la habrás en vano doblegado / con cobardía suplicando en frente/ del futuro opresor;/ ni tampoco la yergues / a las estrellas con absurdo orgullo/ en el desierto, donde /nacimiento y morada, / no por tu querer, por suerte hayas alcanzado./ Eres más sabia y menos necia / que el hombre, en cuanto nunca tú has creído / que por el hado o por ti misma/ eterno fue creado tu caduco linaje”.
Nuestros sinsabores, vanidades y charlatanerías de hoy serán las Pompeyas del futuro. Mientras el Monte Viejo dejaba oír el rugido de sus entrañas, los humanos seguían bramando esta semana; los neonazis coreaban su odio y los políticos se insultaban ‘bruja’ y ‘fascista’. ¡Es tan ridículo el ser humano al lado de un volcán!
La naturaleza no se ha vengado del ser humano en Palma. Que nos dañe por capricho indescifrable es la respuesta al discurso Disney que ha predominado los últimos años.
Nuestros antepasados bajaron del árbol para subirse a una nube que hoy es digital, creyendo que la lava o el tsunami nunca nos alcanzará. Empieza el curso y hablaré a mis alumnos de volcanes aunque no lo quieran los falsos expertos y burócratas de la educación.
Les enseñaré también lo vulcánico de los seres humanos: el imparable ansia de poder y de dinero o la pulsión maligna de las personas violentas, malas y psicópatas, como Parot o la reincidente acuchilladora Noelia de Mingo. Muchos no sabrán nada de esto porque viven aislados de los volcanes dentro de sus móviles bailando el tik-tok, inconscientes de que todos nosotros y nuestros móviles acabaremos tarde o temprano bajo la retama.
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