Todavía no le ha cedido Pedro Sánchez el “Falcon”, pero Yolanda Díaz, vicepresidenta y ministra de Trabajo, parece que no pisa el suelo. A lomos de las encuestas del CIS de Tezanos -que tienen tendencia a confundir la demoscopia con el márquetin-, parece que la señora Díaz está levitando.
Son palabras suyas: “Voy a abrir una conversación con la sociedad española y además lo que me interesa es que sea la protagonista y con esa conversación no nos ponemos límite.” No ha especificado a quién se refería al utilizar el plural pero dada su condición de veterana militante del Partido Comunista cabe suponer que estaba pensando en dicha formación. No ha mucho, por cierto, dedicó un prólogo a una nueva edición del “Manifiesto Comunista”, vetusta hoja de ruta política para derribar por la fuerza el orden burgués cuya puesta en escena, históricamente, acumula ecos de grandes tragedias.
Si la suposición es correcta -habla de crear una plataforma transversal- estaríamos en puertas de un nuevo trampantojo político, el enésimo experimento del Partido Comunista para disimular su nombre, visto que cuando concurre con sus siglas a las elecciones el resultado es escaso. En los últimos veinte años que se presentó como Izquierda Unida, Izquierda Plural o Unidad Popular, en términos de representación parlamentaria, rozó la irrelevancia.
En estos tiempos en los que la comunicación -sobre todo la que se realiza a través de la televisión- todo lo banaliza, no es descartable que la señora Díaz se haya dejado llevar por alguno de los ditirambos que está cosechando a partir -es solo un ejemplo- de su elegante forma de vestir. No de otra manera encuentra explicación la arrogancia que delata la pretensión de “abrir una conversación con la sociedad española” ¿Con toda? Mal político de altura, sin duda.
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