Los ‘progres’

Mentiría si dijera que esta nota la estoy escribiendo con mucho ánimo. Acabo de ver unas imágenes escalofriantes de los bombardeos de Siria con niños llenos de sangre y a punto de agonizar. Esto hace mal cuerpo y me pone al borde del abandono de esta profesión ya que, en ocasiones como la de hoy, es cuando uno comprende que sirve de poco hablar de política. Si quienes pueden parar esta masacre no lo hacen desde los altos organismos, nosotros bien poco podemos añadir salvo quejarnos. En fin, sigamos con la tarabilla del molino. Entre los militantes del PP que uno tenía por "progre" dentro de un centro derecha ilustrado estaba Ruiz Gallardón. Sus encontronazos con Esperanza Aguirre le ponían como si fuera un revolucionario socialista, bien lejos desde luego del pensamiento ultramontano y carcundo del grupo más reaccionario de su partido. Aunque dijera varias veces que la alcaldía de Madrid satisfacía todas sus ambiciones políticas, parece que no era así. Aznar lo retuvo no sé si por "progre" o porque viera en él un competidor, el caso es que no lo hacían ministro, tampoco le hicieron candidato a presidente del Gobierno. Tuvo que llegar Rajoy para darse cuenta de que Gallardón era una lumbrera muy aprovechable en cualquier cargo. Según comentó la prensa por el tiempo de la composición del Gobierno actual, el exalcalde no buscaba el Ministerio de Justicia, a pesar de ser fiscal, sino otra ocupación mas social. Ahora notamos que anda como desplazado como si tuviera la obligación de "despolitizar” a los jueces, cosa bien ardua, y además bajo el peso de tener que arreglar la cuestión del aborto para contentar a los sectores eclesiales. Como ha dicho Rubalcaba, cuando gobierna el PSOE no hay manera de que se renueven los miembros del Tribunal Supremo. Gobierna el PP y ¡hala! a mover rápidamente el chiringuito. Estábamos muy contentos con Gallardón como ministro. Creíamos que con él se podía dialogar de algo más que de música. Pero sus leyes revisionistas nos han vuelto pasado.