Subida en su coche, fui con Juana Vera y Javier Irigaray a ver en el auditorio Ciudad de Vera el recital poético de piano y voz, “A vueltas con Lorca”, a cargo del actor Carmelo Gómez y del pianista Mikhail Studyonov.+
Como iba sin entrada, lo primero que hice fue buscar la taquilla y mientras estaba allí mirando en la pantalla, viendo qué fila elegía, se acercó Juana Vera y desde la puerta me gritó, venga, que está Carmelo esperando para hacernos una foto.
Incrédula de mí, cómo me iba a imaginar yo que en la antesala del teatro iban a estar los protagonistas de la obra recibiéndonos, pero era verdad. Nada más salir de la taquilla Mikhail estaba esperándome para echarme gel en las manos con una actitud muy complaciente, a la vez que sorprendente para mí que no sabía quién era. Por si toco algún objeto, le dije sonriendo.
Giré la cabeza y me encontré de espaldas a Carmelo. Lo llamé con voz serena y amistosa, Carmelo, y Carmelo se dio la vuelta y dijo, ah, tú eres Beatriz, sí, Beatriz, y cómo sabes mi nombre, le pregunto, porque miro tu cara y eres Beatriz. En el fondo yo deseaba que me llamara Beatriche, para que fuera más teatral, pero siguiendo el maravilloso juego del teatro le dije, me gustaría morirme aquí, en este momento. Él se lanzó a mis brazos y, magia o milagro, nos fundimos en un afectuoso abrazo. Yo ya no quería hacerme ninguna foto porque tenía el abrazo, un abrazo espontáneo y natural, que sentí real y verdadero.
El espectáculo fue intensísimo. Un repaso por la obra poética y teatral de Lorca y sus personajes, además de por otras figuras de nuestra literatura clásica, como Cervantes y El caballero de Olmedo, representado con un lenguaje actual en el que se integran los auténticos versos y sus profundas razones. Una lección magistral de literatura que deberíamos escuchar de vez en cuando.
Admiro el afán del retorno a la infancia de Federico y también unos versos de Baudelaire que me encontré en medio de un cuento de Bolaño, y quise recitar el otro día durante una comida estupenda: “Deseamos, tanto puede la lumbre que nos quema, / Caer en el abismo, Cielo, Infierno, ¿qué importa?, / Al fondo de lo ignoto, para encontrar lo nuevo”.
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