El sentido común

El Presidente del PP, Mariano Rajoy, ganó las pasadas elecciones a fuerza de repetir como un mantra que lo que necesitaba este país era un gobierno con sentido común. La clase media española le votó porque no iba a subir los impuestos ni tocar la sanidad, ni la educación ni las pensiones. Sin embargo a pocos meses del triunfo, y removida la piedra ya sin Zapatero, el PP ha subido los impuestos, ha flexibilizado el despido, intenta recortes monstruosos sobre las autonomías, quiere prescindir de los defensores del pueblo, a la Ley de la Memoria Histórica le queda un telediario, no hablemos del aborto, del matrimonio homosexual, de la ley de costas etc. Quiere decirse que el Gobierno comienza a no cumplir casi nada de lo que dijo. La clase media, llevada por su sentido común, ha aguantado hasta ahora pero ya da algunas muestras de impaciencia. La imagen de Rajoy se desgasta por momentos a pesar de llevar tres meses conduciendo al país. Se está comentando mucho el arrojo del gallego por subir un poco el techo del déficit de 4´4 a 5´8, pero es que tampoco saben qué ocurrirá a ciencia cierta. En 2Ol3 se espera el ansiado crecimiento que venga a aliviarnos del dogal del ajuste; si no fuera así buscarán alguna otra excusa contra el sentido común. Lo último que sabemos por estadísticas es que el pueblo español no admite los excesos de la reforma laboral aunque tampoco ve con buenos ojos una huelga general. Sentido común , pues, el de los sindicatos que han confesado varias veces que lo que quieren es que el Gobierno reflexione y trate de llegar a acuerdos. Decir que la huelga general no arregla nada es como condenarnos a galeras mientras los capitanes del barco se entretienen arriba jugando al mus. Puede que la gente se harte también del sentido común y entonces esto sea una merienda de negros, con perdón de los negros, porque no sé si con lo que se nos viene encima podrán merendar.