La Junta Electoral es un organismo muy formal y puntilloso que antes de cada campaña electoral avisa a las administraciones para que no se aprovechen de su posición de gobierno haciendo lo que, en términos espetónicos, conocemos como arrimar el ascua a su sardina. Tengo ante mis ojos un documento de este organismo en el que -y lo copio textualmente- se dice que como norma general “está prohibida cualquier actuación de gobierno financiada por el gobierno y que pueda orientar el voto.” Y lo incluyo como marco referencial de la siguiente noticia: el Consejo de Ministros acaba de aprobar un plan para luchar contra el desempleo en Andalucía dotado con 50 millones de euros. Naturalmente, estamos ante una simple coincidencia con el inicio de la campaña electoral, porque hay que ser un facha muy dopado de heteropatriarcado no inclusivo para pensar que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se sigue pasando lo que pueda decir la Junta Electoral por el escroto. Pero lo cierto es que hace unos meses el pasajero VIP del Falcon se convirtió en el primer presidente del Gobierno español condenado por la Junta Electoral Central por dar a su televisión de cabecera -La Secta, con C- una entrevista electoral usando los medios de la Presidencia del Gobierno en Moncloa. ¿Qué lectura podemos hacer de todo esto? Pues que en la PSOE deben intuir que la incursión electoral del marido de Madame Güorperfe va camino del castañazo gordo y que están a la desesperada intentando rascar votos de la mejor manera que saben: comprándolos. Sorprende además que la justificación de esta medida, presentada por la ministra Yolanda Díaz -que ya no sabe cómo ponerse o peinarse para demostrar que ella desde pequeñita ya soñaba con jugar en el PSOE- sea la intolerable incidencia del paro en Andalucía. Será que nadie del PSOE ha debido tener acceso a las estadísticas que marcaron la escalada del desempleo en nuestra comunidad durante los casi 40 años de gestión socialista. ¿Puede creer alguien que eso ha empeorado justo estos últimos tres años? Eso no se sostiene argumentalmente en ningún lado, salvo en algunas agrupaciones municipales del PSOE a partir del tercer cacique-cola. Porque lo cierto es que en la actualidad la tasa desempleo en Andalucía se sitúa por primera vez en los últimos catorce años por debajo del 14%, lo que vendría a confirmar la tendencia a la baja desde gobierna Juanma Moreno. Al margen de cifras y porcentajes, siempre tan interpretables, lo que no tiene un pase es la descarada utilización de los recursos del Estado por parte de Pedro Sánchez para favorecer la campaña del desconocido candidato socialista. Pero sobre todo es un nuevo desprecio del Gobierno al ordenamiento legal, porque la ley provoca en Sánchez la misma reacción que un crucifijo en un vampiro. Un murciélago además miserable, porque basta comparar el regalo de estos 50 millones a los parados andaluces frente a los 20.000 destinados a los chiringuitos feminoides. Y vamos ya con el estrambote final: la casual dádiva llega al mismo tiempo que la pajarraca que han intentado montar los socialistas almerienses acusando de electoralismo al presidente Juanma Moreno por venir a Almería a felicitar el ascenso de nuestro equipo. Y eso que lo hizo sin colarse en ningún balcón municipal, como sí hizo el candidato socialista en la celebración de la Copa del Rey del Betis. ¿Qué será lo próximo? Les sugiero que celebren por todo lo alto que ahora el PSOE entrega dinero a los parados y ya no se lo gasta en drogas y puticlubs. Objetivamente, es un gran avance.
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