Hoy se cumplen 40 años de la victoria del PSOE de Felipe González en unas elecciones generales. Fue un 28 de octubre de 1982 cuando este país culminó una de las fases de la Transición y dio el poder durante casi década y media al socialismo.
Desde entonces, España, Andalucía y Almería han cambiado mucho. Muchísimo. Una mirada atrás me sitúa en un pueblo que ni siquiera tenía instituto y donde sus primeras aulas de Bachillerato fueron una extensión del instituto de Vera.
Entonces, en el año 1982, afortunados eran los que podían estudiar fuera de sus pueblos las enseñanzas medias o las universitarias. Felipe González, aquel presidente con americana de pana y entonces uña y carne con Alfonso Guerra, decidió con buen criterio apostar por la educación pública. Fue uno de los grandes legados que dejó en 1996 cuando 14 años en el poder y la sombra de la corrupción de unos pocos le desalojaron del Palacio de la Moncloa.
Muchos de los jóvenes de ahora se preguntarán, en un día como hoy, quiénes fueron Felipe González y Alfonso Guerra. Buscarán en la Wikipedia y les saldrán referencias de todo tipo, pero lo mejor que pueden hacer es mantener una conversación con sus padres y que les cuenten cómo un par de políticos sevillanos, andaluces, fueron capaces de darle la vuelta a España como un calcetín. Podrán ser de izquierdas, de centro o de derechas esos padres, pero a buen seguro que coincidirán en que estadistas de la talla de Felipe González pocos encontrarán en la historia reciente de España.
Y es que ya no hay políticos como los de antes. O al menos a mí me lo parece. Puede que sea verdad aquello de que “cualquier tiempo pasado fue mejor” y que más allá del romanticismo político, lo que debe imperar sea el sentido común y el interés general. Los que mandan y los que quieren mandar miran demasiado el calendario electoral. Que aprendan de Felipe.
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