“Ningún ciudadano debe sentirse ajeno a la hermosa labor de modernización, progreso y solidaridad que hemos de realizar entre todos”. Estas fueron las primeras palabras que pronunció Felipe González tras confirmarse la victoria del PSOE en las elecciones generales del 28 de octubre de 1982 y que, a la postre, supondrían hacer realidad aquel eslogan con el que los socialistas acudimos a aquellos comicios: ‘Por el cambio’.
En la España del comienzo de la década de los ochenta todo estaba por hacer, desde la consolidación de la democracia y la entrada en la Unión Europea hasta el reparto de competencias autonómicas o el impulso a las grandes infraestructuras energéticas o de comunicación que necesitaba el país, a pesar de que la maltrecha economía heredada del franquismo ahogaba no solo al Estado, sino también a la mayoría de las familias.
En estos cuarenta años, Almería ha experimentado avances y retrasos a partes iguales. Ha progresado cuando ha habido un presidente socialista al frente del Gobierno de España y se ha estancado con los gobiernos del Partido Popular, que han supuesto un freno a nuestro crecimiento. Los ejemplos más recientes los tenemos en el AVE, la línea eléctrica Caparacena-Baza-La Ribina o en las infraestructuras hídricas, donde la derecha ha tratado con absoluto desdén a nuestra provincia.
Con los gobiernos socialistas de la Junta, el desarrollo de la provincia de Almería tampoco tiene parangón, y ahí están los centenares de centros de salud, las infraestructuras educativas que llegaron a todos los municipios, los hospitales, la universidad o los kilómetros de autovía construidos. Solo basta recordar de dónde veníamos –de una tierra abandonada y castigada por la dictadura– y hasta dónde hemos llegado.
La transformación que se ha producido en España en este tiempo ha sido sencillamente extraordinaria, pero no solo por las infraestructuras de las que nos hemos dotado, sino por las conquistas sociales, que han hecho de España un país mejor. Con los gobiernos de Felipe González llegaron la universalización de la sanidad, la educación y las pensiones; con los de Zapatero, la dependencia, la ley integral sobre violencia de género o la del matrimonio igualitario y con Pedro Sánchez se ha afianzado el Estado del bienestar mediante la subida de las pensiones, del salario mínimo o la aprobación del Ingreso Mínimo Vital.
Hoy, los socialistas y las socialistas seguimos manteniendo intacto aquel espíritu que nos inspiró en 1982 y que nos ha permitido a lo largo de estas cuatro décadas, de la mano de una gran mayoría social, dar lo mejor de nosotros mismos para continuar haciendo de España, Andalucía y Almería una tierra de oportunidades, igualdad y progreso.
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