Que la merecidísima eliminación de la España de Luis Enrique del Mundial de Catar a manos de Marruecos no haya dejado en las calles de Almería un reguero de disturbios y desórdenes, tal como ha sucedido en otras ciudades tras los éxitos de la selección norteafricana en esta competición es, qué duda cabe, una excelente noticia. Afortunadamente, la comunidad marroquí en nuestra provincia celebró sin violencia su mayor éxito futbolístico hasta la fecha.
Hasta ahí todo normal en la actualidad de una provincia que sabe bien que los marcos geográficos y económicos que compartimos con nuestros vecinos del sur tienen en el entendimiento el mejor de los fertilizantes. Pero una cosa es ensalzar y favorecer la necesaria convivencia y otra bien distinta dejarse llevar por la hiperglucemia editorial de quienes han aprovechado la ausencia de desmanes para sacar el coro de “Viva la Gente” que tanto complace a los progresistas más pluscuamperfectos. “Somos hermanos”, escribían con emoción los más arrebatados, empeñados impregnar de consanguinidad el relato más bien empalagoso de una noche sin heridos. Y ojalá fuera verdad que nuestros dos países, nuestras dos culturas y nuestros dos distintos y distantes modelos económicos y sociales disfrutasen de una relación leal y constructiva.
Pero los que con pueril determinación -u obediencia sectaria- se empeñan en alimentar el cuento de una relación fatástica quizás deberían preguntar a los agricultores, productores, transportistas y pescadores españoles por las permanentes trabas y trampas que les tienden los diferentes gobiernos marroquíes, siempre bajo la personal esfera de influencia de una monarquía que, a diferencia de la nuestra, reina y gobierna al mismo tiempo. ¿Dónde está la hermandad en una relación que vive bajo la permanente amenaza de quien maneja a su conveniencia el grifo y la grifa de la presión inmigratoria ilegal? Dejémonos, por tanto, de milongas: más que hermanos, somos primos.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/248794/mas-que-hermanos-primos