Sánchez, a bolañazo vivo

El show bambalinero del ministro Bolaños no es un simple incidente protocolario o una cuestión técnica de prelaciones escenográficas, como tantas veces ocurre tras los telones de los actos públicos. He visto a mucha gente conocida bruñéndose los codos para buscar un hueco en la foto, o dañándose los empeines para salir de puntillas en una imagen de grupo. Pura condición humana. Pero el deliberado asalto escénico de la celebración del Dos de Mayo en Madrid es otra cosa: es un doble aviso del sanchismo. De un lado es una declaración de intenciones sobre el tipo de campaña que nos espera, tanto de cara a las municipales como a las generales, en donde volverán a aparecer -como ya salieron balas y navajas- elementos ajenos al debate electoral para ahuyentar el voto reflexivo y excitar el voto sentimentaloide e ideológico. Y de otro lado, y esto creo que es lo relevante, el numerito de la Puerta del Sol explica con claridad que esta gente no se va a ir así como así del gobierno. Sánchez está dispuesto a hacer lo que sea con tal de seguir gobernando con toda esa purria que le acompaña. Y cuando digo “lo que sea” quiero decir exactamente eso: barra libre. ¿O es que alguien espera alguna prudencia de quien, entre otras muchas tropelías, ha cerrado el Parlamento en contra del criterio del Tribunal Constitucional no una, sino dos veces, o ha puesto a la Guardia Civil a controlar los comentarios que hace la gente sobre su Gobierno? Además, el sanchismo ha actuado como una garrapata en el lomo de la democracia generando unos anclajes judiciales que impiden que pueda arrancarse o derogarse así como así, porque en cuanto otro gobierno haga el más mínimo intento por remover el dispositivo atado y bien atado por Sánchez, los sindicatos recuperarán milagrosamente la voz y saldrán a incendiar la calle. Pero mientras va llegando ese día, Pedro Sánchez está dispuesto a defenderse como sea, a bolañazo vivo si es menester. Así que agárrense, que vienen curvas.