La excesiva ceremonia de coronación de Carlos III ha coincidido con la marcha de Paolo Vasile y el anuncio del final de Sálvame. El monarca italiano de Tele 5 abdicó hace semanas con mucha menos pompa que la del eterno Charles. Y Vasile merecía un entierro como el de Isabel II pues deja un país totalmente distinto a aquel donde llegó el siglo pasado. Mientras que los periodistas auscultamos hasta el último percebe que se zampa el ‘pilloemérito’ en Sanxenxo, obviamos el auténtico cambio de régimen que se ha producido en España.
Nuestro país es hoy otro muy diferente tras el reinado de Vasile. El italiano llegó para reconvertir la Tele 5 de las ‘mamachicho’ a la de los Sálvame. Comenzó con el encargo al capitán Willard de Crónicas Marcianas para que matara al coronel Pepe ‘Kurtz’ Navarro. Y tras conseguirlo, la noche engulló a todo un país en una espiral de autoficción grotesca. “Telebasura” es un concepto pobre que no llega a explicar la sombría profundidad del cambio de España. Sin la telerrealidad no hubieran calado redes sociales, habladuría infinita y moralidad de pose. Una vez que nos creímos que era Princesa del Pueblo una joven arrimada a un torero bufonesco fue normal hacer vicepresidente a un charlatán universitario; una vez que se presentó como ‘experimento sociológico’ el encierro televisado de una docena de paniaguados ya se pudo convertir a los españoles en ‘gran hermanos’ dirigidos por los ‘súper’ sociales de despacho. Se van Vasile y su valido Jorge Javier pero por innecesarios, porque la vida pública española es ya un gran plató donde imitamos la mala televisión. Como dijo Sieyés, “el pueblo se ha calzado las zapatillas de Luis XVI” y tras la Revolución Francesa llegó el Terror, y tras los Sálvame, el Horror.
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