¡Que vuelvan las suecas a salvarnos!

Desde décadas, nuestros hijos vienen perdiendo capacidad de expresión oral y escrita y su nivel de comprensión lectora va bajando al ritmo que crece el mundo digital. Los charlatanes de la pedagogía lo llaman con ínfulas “competencia digital”. Defienden que la educación “se adapte a los cambios de la sociedad”. Sin embargo, además de absurdo, esto es imposible porque cuando incorporas a la enseñanza la última moda digital llega otro invento revolucionario para dejar obsoleto el anterior. Es como agarrar tu propia sombra. Y por el camino, empobreces a los alumnos. Así, en pocos años, se han vendido como avances educativos el uso de webs, blogs, redes sociales y ahora la IA. Los burócratas han convertido la enseñanza  en una absurda pero rentable ‘app’ que necesita de continuas actualizaciones.

Las suecas ya nos salvaron a los españoles del oscuro franquismo y ojalá vuelvan hoy para librarnos del tiránico pedagogismo tecnológico. El gobierno sueco ha decidido rectificar y abandona ordenadores y tablets en las escuelas para recuperar libros y cuadernos de papel. No han visto que  los medios digitales mejoren lectura y escritura, más bien lo contrario. Por  los cuentos de nuestras madres comprendemos que leer es un acto de amor físico, analógico. Los libros que se tocan no se olvidan,  como no se olvidan los amores por los abrazos. Recuerdo cuándo y cómo me enamoré de cada uno de ellos. Ambos se acarician y dejan huellas, o heridas. Como aquel “tonto de los libros”, un individuo callado que siempre llevaba uno encima, ya fuera a un entierro, boda o en la playa. Ahí ligó una vez con una sueca. Ya mayor no recordaba si se llamaba Ingrid o Greta pero no dudaba de que era el ‘Elogio de la locura’ de Erasmo, que aún tenía unas manchas de Nivea.