La lucha de García Lorca

No debe ser muy cómoda la dualidad (científica y política) en la que vive el delegado del Gobierno en Almería, Andrés García Lorca. Aceptar un cargo político cuando se tiene conciencia y conocimientos tiene esos inconvenientes. La ciencia (conocimiento) y la política (poder) no siempre se llevan bien. Si al profesor García Lorca le pide el político de turno un informe para construir un puerto deportivo en Retamar, por poner un ejemplo, el mismo será negativo. Ya lo ha sido. El profesor se volverá a sus libros y a sus investigaciones y dejará al político para que se lleve la bronca de los ciudadanos interesados en esa obra. Ahora, la petición de esos amarres, o de la recuperación de tal o cual playa de nuestra costa, se la hace un compañero de partido al político García Lorca. Ya no piensan en él como científico. ¿Quién contestará a la petición, el profesor o el político? Si es el científico se puede encontrar con un compañero que le diga que hay que poner los intereses del poder y del ciudadano en primer lugar: Tienes que buscar una solución, Andrés, le dirá. Si es el político el que contesta puede estar tragándose un sapo difícil de digerir desde el conocimiento. El profesor García Lorca ha estudiado a fondo nuestras costas, conoce nuestros ríos, la pobre aportación de arena y la dureza de las mareas sobre las playas. Si consigue que sus compañeros de partido asuman los resultados a que le han llevado sus estudios, estará consiguiendo que la ciencia (conocimiento) se imponga a la política (poder). Y no es fácil, y lo sabe. Una dura lucha la que tiene por delante el profesor, científico y político. ¡Deseamos que la gane!