Este año hay más muertes por ahogamiento que nunca antes. Parece que no basta con señales, banderas y socorristas. ¿Seguiremos permitiéndolo? ¡Tolerancia cero para los fallecimientos en el agua! ¿Por qué no aplicamos la misma hoja de ruta que hemos seguido contra otros graves problemas sociales? Más de 250 fallecidos hasta hoy lo justificaría. Primero, entendamos que la persona ahogada no es la única responsable, ni siquiera la principal. “Lo personal es político” es hoy un dogma asumido, y aunque el fallecido se tire de lleno en una resaca espeluznante la sociedad no puede ser cómplice de su muerte. Empecemos por guardar minutos de silencio, hacer luto y protestas regulares, aunque parezcan una fría rutina inservible. Necesitamos convertir en épica esta nueva lucha y para ello debemos encontrar un enemigo sobrehumano. Ya están cogidos el capitalismo, la inmigración, el patriarcado, el comunismo, etcétera. Las teorías hoy funcionan como los mitos y una sacada de algún libro de EEUU nos ayudará. Con esto, exijamos una “ley integral contra los ahogamientos”. Si se politiza será mucho mejor, pues la polarización nos llevará a la visibilización permanente y a la pelea constante. El que dude, pregunte o critique será repudiado. Entonces ya tendremos un activismo justo de asociaciones. Nacerán publicaciones, y se crearán consejerías y concejalías contra los ahogamientos y por supuesto, que no falte la educación, mucha educación. Habrá planes y talleres en todos los colegios e institutos y nuestros escolares repetirán lemas como “no me ahogues”, “el agua mata más que el fuego”, “somos los descendientes de los anfibios que quisiste ahogar”. Con un plan así, creo que podremos evitar para siempre los ahogamientos. ¿O no?
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