Un país espléndido pero cargado de contradicciones

“O elecciones, o aceptar nuestras condiciones”, dijo Carles Puigdemont

Manuel Campo Vidal
23:59 • 18 sept. 2023

Es el nuestro un país espléndido en tantos sentidos y anhelado por millones de personas en el mundo que lo distinguen como destino ideal, pero difícil de gobernar; y cargado de contradicciones a cual más chocante. Echen una mirada a la concatenación de situaciones actuales rayando lo absurdo.

De un lado, fuerzas políticas independentistas catalanas exigen unas concesiones, que se antojan inaceptables por buena parte de la población (incluso en Cataluña), para permitir que se gobierne. “O elecciones, o aceptar nuestras condiciones”, dijo Carles Puigdemont desde Bruselas. La aritmética parlamentaria hace que sus siete diputados sean decisivos, pero lo contradictorio es que el independentismo en su conjunto viene de un batacazo electoral. En las municipales del 28 de mayo, Esquerra Republicana aspiraba a asentarse en el área metropolitana de Barcelona y perdió centenares de miles de votos. El Partido Socialista catalán arrasó en las generales del 23 de julio. Junts, la fuerza de Puigdemont, que son los convergentes de Jordi Pujol pero radicalizados, obtuvo muchos alcaldes en la Cataluña rural pero haciendo más de convergentes que de independentistas. (Véase el caso de Xavier Trias en el Ayuntamiento de Barcelona, un candidato sin banderas ni logos). Cuando Puigdemont se refiere a “nosotros”, parece hablar en nombre de la mayoría de catalanes, pero su partido solo obtuvo el once por ciento de los votos. Si se descuenta la abstención, lo votó el siete por ciento. Menos lobos para tanta exigencia.

Al tiempo, el Partido Popular, a pocas fechas del intento de investidura de su líder por encargo del Rey, dado que fue la fuerza más votada, convoca una manifestación contra la amnistía que se supone que impulsará el nuevo Gobierno que pueda presidir Pedro Sánchez. Menuda confianza en sus propias posibilidades para semejante maniobra anticipada.

El resultado de todo el embrollo está por ver, pero si no vamos a nuevas elecciones el 14 de enero, como se teme, quizás gobierne el socialista Pedro Sánchez, aunque no fue su partido el que ganó en las urnas. Será legítimo, sin duda, porque habrá acreditado más capacidad para establecer alianzas, pero no deja de ser otra contradicción. El que ganó no parece que vaya a gobernar. Adelanta ya que no lo cree.

Y saliendo de la política, podemos encontrar otras contradicciones clamorosas. España es uno de los países europeos con más paro y, a la vez, con más empresarios en busca de gente a la que contratar. Los del sector de la construcción están desesperados y los de la restauración bien saben que, si no fuera por la inmigración, tendrían que cerrar. Ni se pondría un ladrillo, ni se serviría un menú. Y, sin embargo, aún hay quien discute la necesidad de abrir puertas ordenadamente a los extranjeros para que este país, con una debilidad demográfica creciente, no se paralice. Otra contradicción llamativa. Y así podríamos continuar.

Lo peor de todo es que algunas oportunidades se van desaprovechando. La Presidencia española de la Unión Europea está desdibujada, como sucedió con la sueca y con la francesa, que también tuvieron elecciones en ese semestre. La utilización de los fondos extraordinarios de recuperación está por debajo de lo que se esperaba, aunque aún queda algún tiempo. Lo único positivo para España es que los organismos internacionales consideran que será el país que mejor resista a un retroceso económico. Esa sí que es una bendita contradicción: progresamos aún con bloqueo político. Habrá que llevar el país al taller sin tardanza.










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