Se ha pactado la investidura de la entrenadora de la selección de fútbol femenino tras la destitución del campeón del mundo. Pero la nueva jefa no ha elegido a Jeni Hermoso porque quiere defenderla de alguien como Godot. Antes, ya se había derrocado al rey Rubiales, que además, está ya procesado por una ley chapucera.
Pero falta el esperado cambio de régimen, y las diputadas del balón siguen negociando; se llega a un acuerdo y lo anuncia la prensa, pero -pequeño detalle- ningún periodista explica en qué consiste el pacto.
Menos mal que aparece el masajista Junqueras entrado en carnes y embutido en su chándal asegura que ya estaba de antes todo amañado con el equipo rival. “¡Ave Amnistía! ¿Cuándo serás mía?” canta desde Bruselas el domador del circo Puig. Mientras, el payaso sin dignidad de los Hermanos Albares recibe un tartazo tras otro en la UE, y en todas sus lenguas le gritan “¡mentirochooo!”. En Madrid, 350 señores y señoras que hablan un mismo idioma, deciden no hacerlo porque la fiesta la pagan otros.
Y porque oyen silogismos dignos del gato de Chesire: “Si España usa diversas lenguas por qué no va a ser igual el Congreso”. Como si decimos “Si hay que morirse por qué no se mueren ya estos imbéciles”. Durante todo este absurdo, su guapo e interesado responsable pone pies en polvorosa y se pavonea en EEUU ante señoras que dan saltitos para agarrarlo del cuello y sobarlo. Es Becket, Kafka, Valle-Inclán…teatro del absurdo hoy corrompido por Berlusconi, Putin, Trump y tantos otros políticos despreciables.
Hace 57 años en Almería, Lester se inspiraba en esos autores para hacer una película que acabara con las películas bélicas. No lo consiguió, pero trajo a John Lennon, que adoraba el mundo de Lewis Carroll.
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