Chapuzas en el hogar de todos

El obrero chapuzas es el temor ancestral de cualquier familia española que se mete en reformas de la casa. Javier Fesser lo plasmó magistralmente en su ‘El milagro de P. Tinto’. El miedo pasa a terror cuando el chapucero pronuncia muy serio la frase maldita: “Hay que sanear”. Entonces se dispara el presupuesto y se enfanga todo en lo que hasta ese momento era un hogar acogedor.

Detrás está el contratista que parecía serio y formal cuando se le llamó, pero solo quiere trincar. La familia víctima le exige que explique con claridad lo que va a pasar, pero la RAE dice de ‘chapucero’ que es “persona que engaña”. Ahí los tenemos, al trincón liante y a su inepto ‘mandao’, que convierten la paz de un hogar en una incertidumbre diabólica sin fin.

El contratista Sánchez envía a su obrero a picar en la obra del chantajista Puigdemont; es Santos Cerdá, quien no es desde luego catedrático emérito en Derecho Constitucional.  Con su FP en el bolsillo, a este individuo se le nota aún la hechura del mono de trabajo y la marca bajo la barriga del cinturón de herramientas. Le preguntan los periodistas en el aeropuerto de Ginebra y responde airado y rudo como el paleta al que le discutes que le echa poco cemento a la masilla. Que quien fuera jefe de mantenimiento de una fábrica se encargue de reformar España es un mal augurio. La obra se enfanga y esta chapuza acabará en Youtube si no se para antes.

No podemos permitir que siga esta chapuza con la España estable y próspera que heredamos de nuestros padres. Cuando se cumplen 45 años de la Constitución, un Pepe Gotera inepto y sin escrúpulos nos engaña a los dueños, los ciudadanos, ha disparado el presupuesto y va a dejar empantanada la obra. Esperemos que el edificio no lo tire abajo.