Tanagel para el fango

La deposición es un proceso termodinámico en el cual un gas se transforma en sólido. Esta situación, que en ocasiones depara algún sedimento de aparatosas consecuencias textiles, tiene un proceso inverso denominado sublimación, aunque me temo que el ámbito hacia el que vamos dirigiendo el artículo no sea precisamente sublime, excelso o eminente. Me refiero al comentado suceso protagonizado por la madre de un concejal socialista de la hermosa localidad de Garrucha, que hace unos días solicitó una entrevista con el teniente de alcalde de la localidad y aprovechó la visita para esparcir por su despacho un tupper repleto de heces y orines humanos, mientras le increpaba e incluso aludía con escasa empatía a la condición física del sorprendido edil. “No te pego porque eres inválido”, le decía la propiciadora de tan insólito despeñe diarreico. Y es que una epifanía fecal de estas dimensiones tiene mucho que analizar. De entrada hay que destacar la meritoria labor recolectora de la esparcidora de delicuescencias, que debió aplicarse a su objetivo con paciencia y, sobre todo, precisión excretora. No es fácil acertar en una fiambrera. Luego está la escasa consistencia de la indeseable ofrenda, que por la evidencia fotográfica parece presentar indicios de que, además del cólon, toda la señora en sí es un organismo irritable. Pero lo que peor huele ha sido la reacción del entorno familiar y político de la deponente: su hijo, el concejal socialista, ha solicitado “comprensión” para su madre y el partido se ha solidarizado con la familia. Si Manolo Escobar llevaba en su pecho ardiente un altar por su madrecita María del Carmen, no me atrevo a pensar qué tipo de baptisterio llevará prendido el hijo que, lejos de dimitir abochornado, ha encontrado justificación de la porquería que ha hecho su madre en el clima político. Por favor, avísenme la próxima vez que los socialistas de Garrucha hablen de “la máquina del fango”, porque les voy a mandar unas cajas de Tanagel.