Habría que imaginarse lo que haría este Gobierno si de la noche a la mañana comenzaran a irle bien las cosas. Seguramente pondría a todo rendimiento las turbinas mediáticas a su servicio. Nos íbamos a enterar bien de las cualidades proféticas del genio de Rajoy. No es así al menos de momento. El paro crece, la prima de riesgo amenaza, el BCE insiste en que han gestionado a Bankia de la peor manera, l00.000 millones de euros se van a paraísos fiscales, a Bruselas no le gustan las formas que tiene España de combatir la crisis y Dívar ni dimite ni expone en público las facturas de sus gastos marbellíes. Estas son las sombras más sobresalientes de nuestro actual panorama político al margen de que todavía haya publicistas que, muy escasos de argumentos de futuro, se van al pasado como el arca de todos los ciegos agravios. Ayer sin embargo se coló en los informativos la sonrisa de Montoro adelantando una noticia optimista.
Se refería a que todas las comunicadas autónomas están cumpliendo bien con la estabilidad presupuestaria impuesta por el Gobierno Central. Rajoy se apunta este tanto después de haber culpado a los presidentes periféricos de descontrol y despilfarro. Tanta basura se había amontonado sobre las comunidades autónomas que creí que volvíamos otra vez a la España una, grande y libre. Pero la experiencia ha servido para algo. A muchos de nosotros nos extrañaba no poco que siempre fueran las autonomías de izquierdas las que habían vivido por encima de sus posibilidades. Hoy sabemos que Valencia, Madrid y alguna más nos estaban engañando miserablemente.
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