Resulta conmovedor- aunque siempre pueda haber algún cristobicas de guardia que exclame que de eso no se come- ver cómo el alcalde de El Ejido ha depositado estos días 200 cajas de tesoros que estaban enterrados en la antigua ciudad romana de Ciavieja en el Museo Arqueológico de Almería; resulta conmovedor cómo Vera está desvelando el andamiaje de lo que fue esa vieja Bayra, esa vieja ciudad medieval destruida por un terremoto que dio paso a la Vera moderna a un tiro de ballesta. Será para los veratenses y los amantes de la historia un sueño cumplido el día en que eso se convierta en un parque arqueológico, un nuevo reclamo para turistas exigentes que no se conforman solo con sol, playa y bronceador. Los trabajos arqueológicos de la Universidad de Granada han hecho aflorar una antigua fortaleza moruna y una urbe medieval que se extendía por toda la ladera; resulta conmovedor, igualmente, cómo Mojácar ha horadado ese monte enigmático de Mojácar la Vieja, junto a la Fundación de Paul Becket, y ha sacado a la luz cómo vivían los mojaqueros del siglo XII, apareciendo, bajo la dirección del profesor Martín Civantos del laboratorio Memolab, hallazgos deliciosos como restos de viviendas y patios, tinajas de vino, vértebras de cetáceo, ollas de caracoles y semillas primitivas; resulta conmovedor cómo Antas está intentando sacar oro molido de su impronta argárica, con estudios de la Universidad de Granada, ayudando a comprender cómo era, quizá, la primera metrópoli prehistórica, la cuna del hombre cuando empezó a ser hombre de verdad. Se han descubierto más de 600 tumbas, ajuares, restos humanos, se han hecho recreaciones de casas primitivas, dramatizaciones del hombre primitivo que habitó esas cuevas, simposios, y se ha nombrado un comité de sabios de la cultura argárica; no resulta nada conmovedor, sin embargo, cómo se ha adormecido todo lo relacionado con la puesta en valor de los restos de Baria, la antigua ciudad fenicia, cartaginesa y romana en Villaricos, que podría ser el cuarto as del póquer de ases del pasado legendario del Levante almeriense, que podría ser uno de los más lustrosos reclamos turísticos para que los bares, restaurantes, hoteles y negocios en general de la comarca puedan incrementar ingresos en verano y también en invierno, que se pueda poner en marcha una verdadera máquina de turismo prehistórico e histórico. Se imaginan, por ejemplo, una Ruta arqueológica por los pueblos antiguos del Levante almeriense.
Baria duerme el sueño de macabros errores del pasado dando al traste con la puesta en valor de un yacimiento del VI antes de Cristo, único en la Península, que empezó a ser excavado en Los Conteros por el insigne Siret en 1890. Desde entonces, desde que el sublime belga se fue a dormir eternamente a Aguilas, poco se ha hecho para que aflore toda esa riqueza patrimonial. Yerros administrativos han hecho que se dé casi por perdida una pastilla de suelo de 500 metros previsiblemente preñada de arcanos romanos, porque hay presentado un proyecto residencial de 24 apartamentos aparentemente con todos los parabienes legales porque un abogado de la Junta se durmió en los laurales - ¿se durmió adrede? - y perdió la posibilidad de que pudiera ser catalogado BIC como parte del yacimiento de la legendaria República Bariense. No sé, pero uno tiene la impresión de que Vera, Mojácar y Antas están haciendo los deberes y han adelantado en este capítulo a Cuevas, la rica tierra de la plata, la capilla Sixtina de la arqueología del Levante provincial, la tierra donde aquel zahorí de arcanos de larga cabellera blanca hundió por primera vez su punzón.
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