El índice nacional de felicidad

El índice nacional de felicidad

Pedro García Cazorla
13:59 • 10 jun. 2012

Este índice es un parámetro brumoso, concebido para cuantificar  el grado de bienestar que una sociedad siente, no en relación con los asuntos que refieren al ámbito de lo privado o la esfera de las satisfacciones íntimas o las desdichas propias de cada uno. Se trata de una percepción del grado de desgracia o complacencia que un Estado y sus servicios nos procura o en su caso nos escatiman.


Y aunque la felicidad como decía Aristóteles, es más una acción que una situación, nada iba a impedir que las estadísticas o en su caso las encuestas desembarcaran en el mar turbulento de los sentimientos o de las  sensaciones escurridizas, como ésta de la que hablamos.  A decir verdad yo ni siquiera sabía que existiera este maldito índice, conocía el de población activa, desempleo, escolarización, analfabetismo..., pero ayer mientras estaba sentado en un banco del parque, por mi inclusión obligada en el índice de población inactiva. Apareció un señor, llevaba una pequeña placa identificadora prendida en su pecho, al lado de su foto podía leerse: " Don Chato Pereira  Encuestador Oficial del Instituto Nacional de Estadística”.


-¿Puedo hacerla unas preguntas, no tardaremos mucho tiempo? Sus respuesta pueden ser de utilidad, queda garantizada la privacidad y el anonimato. 




Chato Pereira habla como si fuera una grabadora, sus palabras resuenan  frías y sin emoción. Yo le digo que adelante que no tengo nada que hacer y si algo sobra es tiempo. Se sienta a mi lado saca un portafolios y va interrogándome: 


-¿Ha sido Vd. alguna vez feliz?




- Yo feliz que mediocridad. 


- Disculpe, dice Chato Pereira, algo sorprendido por mi respuesta. Tiene que responderme dentro de alguna de estas alternativas; A) Si, B) No, C) Si muchas veces, D) Una cosa normal.




Aunque yo no he respondido, él rellena la casilla que le viene en gana. 


-¿Se siente usted como un persona optimista o por lo contrario es pesimista?


- Yo no siento nada, pero puesto a encasillarme le diré que el pesimista sólo es un optimista inteligente. Chato Pereira, vuelve a rellenar otra casilla a su antojo.


 - ¿Cual  es el servicio público que más le satisface?


- Los urinarios que quedan justo allí en frente, como padezco de próstata, está muy bien tenerlos tan cerca. Otra vez marca la respuesta según su gusto o la caprichosa interpretación de mis pensamientos.  


- ¿Cree que Bankia es un gran problema para la sociedad española o es aún peor el desempleo?


- Bankia no es ningún problema, aquí todavía hay dinero para rato. 


-Las alternativas son: A) Si  B) No C) Es un problema importante pero se puede resolver D) No sé y no contesto.


He pedido a Chato Pereira que espere un momento, tengo que ir al baño. Mientras me lavo las manos, he tomado la decisión de no volverá hasta el banco donde sigue sentado el encuestador, Chato Pereira. Subo las escaleras que llevan hasta el puente, lo veo desde allí como termina de completar el cuestionario, mirar a un lado y a otro, para asegurarse de que nadie lo ve.


Esto es lo que le pasa a los Españoles; que nadie los ve. El Estado junto a sus estructuras  e instituciones que ha engendrado, padecen  ceguera debido a un exceso de estupidez.   



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