Vente a Alemania, Pepa

Vente a Alemania, Pepa

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01:00 • 29 jul. 2012

En la tópica película de Pedro Lazaga realizada a finales de los sesenta, Pepe, el genial Alfredo Landa, queda fascinado por las historias de su amigo emigrante que llega al pueblo desde Alemania por vacaciones, con su magnífico Mercedes y contando maravillas de ese pueblo y como no, de sus mujeres.  Decide emigrar y la realidad  lo convierte en un currante que trabaja desde las cinco de la mañana limpiando cristales hasta las doce de la noche pegando carteles, con ningún tiempo libre para ligar; así termina ganándose la vida en el extranjero porque aquella España no se lo permitía. Su patria, era un país muy distinto al actual, un país no democrático con leyes represivas de un dictadura que prohibía el sindicalismo libre y encarcelaba a los manifestantes, un estado donde se perseguía la vida en pareja sin pasar por la Iglesia, donde estaba penado el aborto y donde la única reivindicación permitida era el grito de  ¡Gibraltar Español!


Han pasado solo tres generaciones de españoles para que el tema de la emigración vuelva a plantearse. No es la misma España, pero si el mismo problema., y aun más acusado ya que la tasa de paro es mayor, alcanza el veinticinco por ciento de una población activa que ha cambiado radicalmente su perfil y que hoy afecta a trabajadores de una mayor cualificación, a hombres y mujeres  donde el estado democrático ha invertido recursos para dotar a su mayoría  de una  educación básica obligatoria y en un alto porcentaje con titulación superior.  Aun así, el veinte por ciento de nuestros licenciados busca trabajo y el cuarenta y cuatro por ciento realiza una labor cualitativamente inferior a su preparación.


La salida vuelve a ser “vente a Alemania”, país que después de quedarse con nuestras industrias como Seat, o Fagor y hasta con la fabrica de cuchillos de Albacete, demanda ingenieros del nuestro por su nivel de preparación óptimo debido a una buena formación académica. Lo mismo ocurre con la demanda de médicos y enfermeras en Inglaterra y la de otros países emergentes. Todo esto demuestra que los responsables de la educación en España han acertado y que no puede decirse lo mismo del tejido empresarial que dejó escapar nuestra industria y cuyo capital mayoritariamente siempre ha apostado por el dinero rápido y fácil que ha acabado en unos bancos tramposos que crearon entre todos una  falsa economía generadora de miseria. No es la misma España no, pero dentro del gobierno, nietos de aquellos, se oyen las mismas cantinelas de entonces; desde el ministro de justicia con la ley del aborto, hasta el de exteriores quejándose de una Europa enemiga y peleando por Gibraltar. Mientras tanto, ayer mismo me despedía de una excelente becaria con una formación  avanzada adquirida tras muchos años de trabajo continuo. Su beca se la habían eliminado y me decía: “me voy de esta mierda de país donde los jóvenes no tenemos futuro”. Sentí una profunda tristeza, se llama Pepa.







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