Más luces

En lo que va de año, el Gran Pellejerío almeriense, ese ojo que todo lo escruta y birla, ha robado ya tres veces los sistemas de iluminación del Cristo del San Cristóbal. Focos, rejillas y cables a la buchaca. Salimos a robo por trimestre, oiga. 

Si la economía española alcanzase la tasa de rendimiento demostrada por los chorizos almerienses, otro Merkel nos cantaba, doña Angela. Con una mínima inversión (pongamos que una litrona y un par de canutos) estos pencos consiguen con regularidad una serie de ingresos no despreciables, ya que el sistema de iluminación está valorado en ocho mil euros, lo cual nos permite pensar que, una vez despiezado y vendido, la operación resulta de lo más ventajosa para estos cabestros. 

Lo malo es que cada vez que el Ayuntamiento repone lo que estos tíos se llevan, la broma nos cuesta a usted y a mí el dinero. Y ello nos lleva a plantear la disyuntiva entre la claudicación y el derroche, perspectivas siempre desagradables e inasumibles. 

Si pensamos con la cabeza fría, lo mejor sería no reponer nada, porque los sistemas que acaban de ser colocados probablemente no llegarán vivos a Navidad, con lo que habrá que ir buscando ya otros ocho mil euros. Pero claro, ¿podemos arriar la bandera de la civilización ante esta panda? Naturalmente que no. Lo malo es que el gesto nos sitúa en la espiral del gasto innecesario e interminable.