He visto a Ana Pastor, estrella invitada en un programa de entretenimiento, después de su despido/fuga de TVE por culpa de la nueva organización impuesta por el Partido Popular. La buena noticia es que ha encontrado trabajo y esto no es fácil hoy, sobre todo para quienes hacen preguntas al margen del "stabliment".
Podrán verla de nuevo haciendo su trabajo de desbrozamiento luminoso en la CNN. Enhorabuena. Corren malos tiempos para la lírica, pero más difíciles los tiene aún la crítica.
A final de la guerra civil hubo un periodista en Madrid que solía pedir trabajo en las redacciones llevando un hijo muerto en los brazos. Parecerá una novela negra pero la crisis y el paro nos están poniendo en situaciones semejantes.
Díganme entonces si con esta humillación profesional podemos levantar muy alta la voz contra los poderes dominantes. Lo que hoy abunda es la claudicación silenciosa, el cuco gesto de mirar para otro lado, la vuelta a los rincones más inexplorados de la historia como una forma de huida.
Dice Rajoy que es la realidad lo que le ha obligado a cambiar de programa. Reconoce en el fondo que no tenía idea de cómo era la realidad. Buena orientación para un líder que nos tiene que servir de faro. Sin información no hay democracia. Y sin democracia no es posible la crítica. Si todo nuestro destino fuera acudir cotidianamente al Cristo del Rescate a pedirle de rodillas que se haga la voluntad de los mercados, nada tendríamos que añadir. Pero en esto de la crisis hay muchos cabos sueltos que no conocemos. Se cumplen cinco años del desastre financiero de Lehman Brothers. El PP calla y calla.
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