Los dos partidos turnantes que desde no sé cuántos años vienen encargándose del gobierno de la nación han venido a nombrar a dos mujeres bastante parecidas por la edad, el lenguaje y la retórica como portavoces. En este sentido, al menos no podemos decir que la información que nos ofrecen sea asimétrica.
Si una alega que tenemos un gobierno que todo lo hace por decreto ley, la otra contesta que su partido lleva publicadas en el BOE más de cincuenta reformas, lo cual tampoco quiere decir que estén dando mucho resultado. Ahora bien, la verdadera polémica está en la calle. Mensaje sin palabras.
Acabamos de salir de una pelea homérica entre manifestantes y policías en los aledaños del Congreso de los Diputados. Inútil ya la comunicación verbal, y resolviéndose la calle a base de golpes, empujones, corridas, y detenciones, la paz geórgica que trajo la transición parece resquebrajarse. Y a aquel modelo de convivencia que los responsables intentaron exportar a todo el mundo como milagro español comienza a vérsele sus costuras y sus viejos zurcidos. La crisis está haciendo de partera. En aquellas comedias de enredo de Muñoz Seca aparecía un personaje que no sabia de quién era hijo. Algo semejante a lo que está ahora de actualidad que son los bebés robados. Una madre que nunca tuvo hijos descubre con el tiempo que sí los tuvo. El galimatías de Muñoz Seca no se hace esperar, si bien aquí no se trata de un chiste. Con el Parlamento blindado y rodeado por los jóvenes que no encuentran salida a sus vidas, yo rogaría a ambas Sorayas que fueran más explícitas cuando hablan de rescates y buenas direcciones.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/32698/las-dos-sorayas