Pues no; no pienso hacerles la línea de coro a todos estos incendiarios afectados por el calor insoportable de las llamas que ellos mismos se encargaron de prender, mantener y avivar hace unos años. ¿Que usted no lo ve así? Pues nada: está en su derecho.
Por mi parte me limitaré a no hacer huelga porque siempre he pensado que los países salen antes de las crisis con el esfuerzo de los trabajadores que con la obstrucción de siliconeros y petardistas. ¿Qué a usted le pide el cuerpo manifestarse? Me parece espléndido, pero respete que a mí no me apetezca hacer de correa de transmisión de la doble moral de quienes con una mano aplican rigurosamente la tan denostada Reforma Laboral (que se lo digan a los cerca de 600 trabajadores despedidos por UGT y CC.OO en el último año) mientras que con la otra sostienen las pancartas que exigen su derogación por injusta e inhumana. No; mejor que no cuenten conmigo para semejante numerito. Pero para numerito fino de variedades, el del gobierno (o lo que sea) de la Junta de Andalucía, que está confirmando hoy oficialmente lo que las cifras de paro, descontrol fiscal, escándalos y desatenciones señalan desde hace meses: que los andaluces tenemos un gobierno en huelga. Los mismos que antes proclamaban (cuando los sindicatos de la subvención le montaron una huelguita bizcochona a Zapatero) eso de que “la democracia nunca se puede poner en huelga”, hoy están al frente de la barricada. Pues en vista de la poca diferencia que hay entre que gobiernen o que hagan huelga, lo mismo traía cuenta que prorrogasen su indignada protesta hasta el fin de la legislatura. Creo que nadie notaría la diferencia.
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