Una buena noticia

Tal y como están y pintan las cosas, sicológicamente, necesitábamos que el año arrancase con una buena noticia. Y la tenemos. El próximo día 8, el Príncipe Felipe, Mariano Rajoy y Artur Mas inaugurarán el AVE a Figueras. Es la definitiva unión con Francia a través del sistema de alta velocidad lo cual, de por sí, es una nota incontestable de progreso, pero, en las actuales circunstancias políticas es algo más. Es un signo de vuelta a la normalidad en las relaciones entre los representantes de los diferentes poderes del Estado tras los desafíos y proclamas de signo separatista con las que en los últimos tiempos adorna sus discursos Artur Mas.

Reconozco que hablar de normalidad en tiempos de convulsión política equivale a una confesión de nostalgia;de añoranza de una gobernanza política dedicada a resolver los problemas de la gente, a encauzar proyectos que traigan progreso y bienestar. La tarea que dignifica la política y distingue a los políticos que trabajan pensando en generaciones venideras, no en mantenerse como sea en el poder.

El caso de Artur Mas es el ejemplo (malo) que permanecerá en la memoria a la hora de evocar al gobernante que queriendo ocultar su incapacidad para resolver los problemas (en el caso de Cataluña: 42.000 millones de deuda; ochocientos mil parados; contestación de la calle ante los recortes en servicios esenciales como la sanidad y la educación, etc), decidió cambiar el chip de la política tradicional de CIU subiéndose al tren de la corriente política separatista. Convocó elecciones y las perdió. Ahora está más debilitado que antes del castañazo electoral, pero, a juzgar por los términos de la buena noticia a la que me refería, no ha perdido del todo el contacto con la realidad y como representante ordinario del Estado -condición que apareja el cargo de presidente de la "Generalitat"- acompañará al Príncipe y al presidente del Gobierno en el acto de inauguración del AVE a Figueras. Normalidad es la palabra. Sin entrar en más detalles y de cara al año que estrenamos: bien está lo que bien empieza.