Cuando hay demasiados pájaros sobre las cabezas de los que aspiran al poder, en las que mantienen a salvo el sentido común aparecen las preguntas; la sensación de que algo está pasando en las mentes de quienes desean liderar las clases sociales en muy diversos y diferentes lugares de este cada vez más incoherente mundo.
El esoterismo y la espiritualidad a la que aduce el que gusta llamarse discípulo –Nicolás Maduro- del anterior gobernante de Venezuela –Hugo Chávez-, deja al descubierto una falta total de respeto hacia los ciudadanos de su país; el deseo de servirse de los más débiles para subir al primer escalafón del Gobierno venezolano con tan sólo el alegato de ser la voz del difunto Presidente convertido ahora en su Ave Fénix particular con forma de pajarillo.
Y es que, apenas comenzamos a recorrer el entorno que nos rodea, sentimos alteraciones de la razón evidentes, el ruido de las palabras irresponsables lanzadas al aire por personajes públicos, suspendidos en una dinámica poco afortunada que les hace insoportables y nada merecedores de credibilidad por parte de la sociedad a la que están empeñados en gobernar. Esto demuestra que el respeto a los ciudadanos en muchos lugares del globo, ha caído de pleno en el olvido de sus respectivos gobernantes.
Hay instigadores de políticas armamentísticas que no dejan lugar a la esperanza de que la paz llegue a aquellas naciones del mundo enfrascadas en guerras sin sentido; dictadores que dirigen el timón de los habitantes con herméticos sistemas o ideologías extremistas, empeñando la paz de sus habitantes por el uso de las armas.
Y así, surgen incertidumbres causadas por el ansia belicista de esos dirigentes apostados en sus sillones, con el deseo de protagonismo como único objetivo. De pájaros inofensivos, se convierten en aves carroñeras de deseos inhumanos, o cuervos que surgen de todas partes para soliviantar el equilibrio mundial saltándose los tratados internacionales por puro ego o tal vez, por simple ignorancia. El siglo actual se está convirtiendo en un escaparate a la idiotez y la idolatría de sus más destacados personajes públicos a nivel mundial; buena muestra, el joven dictador Kim Jong-un –Corea del Norte- aburrido de superar todas las pantallas de los juegos bélicos conseguidos fuera de sus fronteras, trata de enfundarse el traje de campaña como gran guerrero de su inescrutable mundo, enfrentándose a potencias armadas hasta los dientes sin opción alguna a la victoria.
Pájaros, demasiados diría yo, pero menos de los que Alfred Hitchcock pusiera en las pantallas con su mano magistral a los que hacer frente. Algunos se aparecen sin más, otros sin embargo, tratan de coger con sus garras los aires de paz que desean los habitantes del mundo y de manera perversa, destrozar con su pico la tranquilidad y estabilidad del globo ya de por sí desequilibrada.
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