La carretilla

La carretilla

Jose Fernández
21:34 • 17 abr. 2013

Las revoluciones comienzan cuando las herramientas y utensilios domésticos acaban formando parte del imaginario político de los cambios de régimen. De las hoces y martillos soviéticos, pasando por las cacerolas vacías usadas como percusión reivindicativa, las claves del cambio no estaban en la biblioteca del salón, sino en el taller y la cocina. Esta fabril -que no febril- metáfora, está teniendo en España su particular eco en la carretilla con la que se retiran del Museo de Cera de Madrid las efigies de los notables estigmatizados por sus delitos, presunciones o cambios de estado civil. Este desfile de maniquíes en carreta, de simbólico paralelismo con las carretadas de nobles franceses camino de la guillotina, comenzó por la retirada de la figura del ex marido de la Infanta Elena, ese chisgarabís que pasó de la boda real al cese temporal de convivencia en lo que duran tres portadas de prensa cardiovaginal. El siguiente en sufrir carretillazo fue el chico Urdangarín, el pelotari del pelotazo institucional, que ha dejado solita a su esposa en el diezmado y cerúleo retrato de la Familia Real, sin que podamos asegurar que ella no acabe siguiéndole por el mismo camino. Ahora nos anuncian que la siguiente pieza eliminada va a ser la de Isabel Pantoja, la bien pagá del tablao del saqueo marbellí. Desde aquí quiero manifestar mi repulsa. Que dejen a la folclórica en su sitio, impávida tras el burladero del coso nacional. No hay mejor representación posible para explicar la vuelta a ese ruedo ibérico de oro, sangre y moscas que estamos haciendo entre todos y que acabará colocando a España en la carretilla de la Historia. 







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