En aquellas colas del patio de la escuela se aguardaba la llegada de lo más esperado de la jornada con los más diversos entretenimientos. Si se sufría de los rigores del invierno el largo pasillo pintado de color amarillo nos acogía para resguardarnos del gélido frío que se adentraba por la puerta de acceso que casi siempre se dejaba abierta a cuchillo. En aquel ritual cotidiano muchos escolares de entonces aprendieron a compartir los valores de la amistad y del compañerismo, pero también de la solidaridad. Ningún escolar sabía entonces ni se preguntaba de donde provenían aquellos reparadores vasos de caliente leche en polvo que aliviaban la hipotermia cronificada en invierno de aquellos niños y adolescentes que también tuvieron que aprender muy pronto a ingeniárselas para llevar un poco de calor a los escenarios de las escuelas públicas. Si por el contrario el periodo lectivo acunaba otra estación meteorológica más benigna, los vasos de leche se administraban fríos. A esta ingesta láctea se incorporaron después raciones de queso graso enlatado, cuyas porciones se distribuían también para proveer el domingo o días no lectivos. No había jornada escolar en la que durante años faltara este “suministro” alimenticio para paliar la desnutrición y, en algunos casos, el hambre que acechaba por doquier en aquel país gris y sumiso. Con el tiempo supimos del origen USA de aquella leche y de aquel queso y de las contraprestaciones de tan generosa ayuda, pero lo cierto es que sirvieron para nutrir a varias generaciones de niños y jóvenes.
Evoco estos recuerdos de infancia mientras leo una noticia de la última semana:”995 niños de la provincia de Almería recibirán tres comidas al día desde hoy…los escolares almerienses más pobres tendrán derecho a tres comidas diarias desde hoy… Entre las medidas que se contemplan está utilizar la red de centros escolares para garantizar que los menores cuyas familias están en situación más extrema coman al menos tres veces al día: desayuno, almuerzo y merienda. …En Almería, en esta primera fase se beneficiarán 995 escolares de 16 centros educativos de la provincia, 14 de ellos en la capital, uno en El Ejído y otro en Níjar…”.
Otra información subraya la conveniencia mostrada por el comisario de derechos Humanos del Consejo de Europa de que, ante la incapacidad de la Administración central por resolver la escasa alimentación de los niños españoles de familias pobres, sean las comunidades autónomas mediante los colegios las que se responsabilicen de alimentar a los niños necesitados. La aplicación del decreto de la Junta ha provocado inoportunas y desafortunadas manifestaciones de representantes públicos que seguramente jamás han pisado el terreno del hambre. En el caso de Almería, al menos, deberían encontrar 995 razones –que serán muchas más- para buscar soluciones y no utilizar el hambre infantil como arma política.
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