El chantaje patriótico con Gibraltar

Si lo que ha pretendido el Gobierno del PP con su torpe manejo del último rifirrafe con Gibraltar ha sido tender una cortina de humo sobre las gravísimas sospechas de corrupción que le afectan, no lo ha conseguido. 

Pero si su propósito era galvanizar los ánimos patrióticos señalando un enemigo común para liderar la acción heroica de darle en la cresta, tampoco. No sin cierta perplejidad, el PP y sus anexos comprueban que lo que los españoles perciben como su mayor enemigo no es el Peñón, sino la pobreza, el desamparo institucional, la injusticia, la destrucción de los bienes públicos y todo cuanto va resultando de la desatentada política del Gobierno del PP.   

Aunque se intenta presentar el litigio sobre Gibraltar en términos de chantaje patriótico, los resultados de semejante pretensión, un clásico de la derecha, están siendo escasos. Es muy posible que una mayoría de españoles desee la integración de La Roca en España, pero también lo es que a condición de que, con ella, al resto de la nación se le contagiara el bienestar de sus habitantes y el disfrute pleno de los derechos que hoy, en España, están tan amenazados, desde el de manifestación hasta el del disfrute de la propiedad. 

Los ahorradores estafados por el Estado con los híbridos que ayer recibieron a Cospedal en la Audiencia, se volverían mucho más patrióticos si esa patria les devolviera lo que les ha sustraído.   ¿Y qué decir de los millones de parados, de los discapacitados sin atención, de los estudiantes asfixiados por las tasas, de los exiliados económicos, de los niños malnutridos, de las familias en trance de perder su hogar, de los científicos, artistas e intelectuales reducidos a la miseria, de los enfermos varados en listas de espera interminables, de todos cuantos sufren, en fin, esa equivocada, posesiva y cruel manera de entender la patria?