La búsqueda de trabajo es, paradójicamente, la actividad que mayor ocupación encuentra en los ciudadanos de este tiempo que sufren la lacra del desempleo. Cuando finaliza el empleo estacional del periodo estival se incrementa la desesperada búsqueda de un legítimo puesto de trabajo. En esta tarea se empeña todo hijo de vecino desempleado, pero el sector femenino, que ocupa hasta el ochenta por ciento de la llamada economía sumergida, lleva “premio” en esta ansiosa indagación. Hace tiempo que el fenómeno del paro agudizó la hispana tradición picaresca y se ha expandido por todos los rincones patrios.
Gran abanico Se trata de la oferta de empleo fraudulenta que se produce en un amplio abanico, desde los casos más graves con la trata de personas, a los más ingenuos con un variado y hasta sugerente formato como el envío de sellos por correo. Estas fraudulentas oportunidades laborales se caracterizan por la semiclandestinidad o por la oferta de una remuneración exagerada. La casuística más común de ofertas de empleo fraudulentas se repite como los timos más populares. La mayoría de las propuestas inducen a abrir los ojos de par en par porque brindan un maravilloso catálogo de ideas y sugerencias para establecerse por sí mismo, por el módico precio de cien euros; o bien animan a la cría del jabalí enano o del avestruz africano a domicilio y a distancia.
Son ofertas que constituyen llanamente un inmenso fraude. Tantos o más tintes estafadores tiene la contratación de vendedores a domicilio, esas “excelentes ocupaciones” que se dibujan bajo rebuscados adjetivos y sofisticadas denominaciones.
Frente a la picardía es conveniente intensificar la prudencia , pues el timo de nuestro tiempo, el de las ofertas de empleo, está en vigor.
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