Leyendo el Diario de a bordo

“Colón suplía mediante su fe mesiánica los bajíos que le ponían en peligro de naufragar”

Kayros
23:36 • 10 dic. 2013

 Día inútil aquel que no lees  cosa nueva y más inútil la noche amenazada de insomnio, cuando ninguna emisora te  llama la atención por anodina  o por repetitiva.  Fue una noche de esas, larga y casi infinita, cuando  sin nada que llevarme a la mente, busqué  entre  el desorden de mis libros amontonados un texto único. No existe ninguna novela histórica como el “Diario de a bordo” de Cristóbal  Colón, que por fortuna no es una novela sino  el relato verídico  de  su  gran travesía hacia el Descubrimiento del Nuevo Mundo. 


Se sabe que el texto  del Almirante se perdió. Lo que leemos ahora es un extracto del  mismo con párrafos textuales del original que transcribió Bartolomé de las Casas. Dios me libre de entrar ahora en la discusión  de la ficha técnica. Doctores tiene la historiografía crítica. A nosotros simples lectores nos estaba reservada la emoción de esta enorme aventura española  para lo cual solo hace falta colocarse en el año l942 e imaginar tres carabelas como cáscaras de nuez saliendo del  Puerto de Palos y fondeando luego en la Isla Española. A fe que  no faltaron las dudas, tampoco grandes tormentas  y hasta hubo algún amago de motín en las tripulaciones.  Con instrumentos de navegación harto rústicos, Colón suplía  mediante su fe mesiánica los bajíos desconocidos que le ponían en peligro de naufragio. 


Así se lo comunica al Rey y Reina de España, Altezas serenísimas en cuyo nombre  va tomando las tierras que descubre. Nosotros, los hijos del siglo XXI, que tal  vez esperamos  el notición  de algún planeta habitado, podemos sopesar cómo sería aquel  encuentro con los primeros indios. Unos seres tímidos  que creían que los españoles bajaban del  cielo, unos indígenas  que iban desnudos como su madre los parió, no eran egoístas, cambiaban colgantes de oro por  pedazos de vidrio que no valían un maravedí. Por cierto, si hay alguna obsesión compulsiva en el Almirante es dar con las minas de oro. Los amantes de la literatura descriptiva no olvidarán el trabajo casi poético de Colon tratando de ponerle nombres  a las cosas del  nuevo universo: árboles, pájaros, islas, costumbres etc. Lean ,lean  el “Diario de a bordo”. No se arrepentirán  estas vacaciones.







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