La colocación de banderolas en el Ayuntamiento denunciando la paralización de las obras por la Junta de Andalucía es el símbolo de un fracaso que no sólo evidencia el incumplimiento de una administración, es la frustración de toda una sociedad que no ha sabido o podido imbricarse en la defensa nítida de sus verdaderos intereses.
La contaminación sectaria -que no la subjetividad ideológica- propicia interpretaciones a conveniencia de parte, suministrando información interesada que desvía el problema de fondo con matices, medias verdades, burdas manipulaciones y excusas insultantes. Así, la información se modula con justificaciones, exculpaciones y sectarismo. Y, por aquello de establecer “equilibrios”, se cruza el abismo de los intereses generales con la seguridad de la red protectora de las instituciones públicas, prestas a amortiguar el golpe, especialmente cuando lo asestas al rival. La inclinación de servicio público institucionalista ha relevado el papel de la información publicada al servicio de la sociedad, y así se pervierte el sentido de los medios de comunicación social, quedando como residual, anecdótica y estridente la vehemencia en la crítica de ciertos comportamientos censurables por inconclusos, tardíos, frustrados… en definitiva, perniciosos para la sociedad.
La fatigosa lucha por denunciar incumplimientos sucumbe ante la melifluidad y el baboso ditirambo hacia los dirigentes políticos que manejan las instituciones y los presupuestos que han venido nutriendo el respaldo de informaciones y opiniones estimuladas por el estipendio. De otra manera, no se entiende la escasa contundencia y nebulosa responsabilidad de la Junta en asuntos como el incumplimiento de las obras en el Ayuntamiento, Corte Inglés, tren del mineral… sin mencionar históricas y memorables antologías de la tramoya y malabarismo de la propaganda: trasvase del Ebro, lluvia de millones, Parque del Andarax…
Una escueta publicidad estática (banderolas) ha tenido más eficacia, resonancia y reacción que decenas de páginas de información, columnas de opinión y horas de radio y televisión. Y esto es para plantearse qué nivel de credibilidad tiene la información frente a una frase colgada de una fachada.
La historia se repite. “Almería sin salidas” pudo más que la inutilidad de nuestros políticos en la consecución de las autovías. Cuando el “músculo” social es fuerte, también lo son sus instrumentos; incluyendo a los medios de comunicación. Si la sociedad almeriense (empresas, comercios, industria…) no respalda a sus medios de comunicación, otros se ocuparán de ello y, así, entramos en el bucle de la ausencia de respaldo y pérdida de confianza.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/52685/informacion-y-publicidad
Temas relacionados
-
Contaminación
-
Medios de comunicación
-
Obras
-
Televisión
-
Comercio
-
Tiendas
-
Autovías
-
Lluvias
-
Política
-
Parque del Andarax