Intencionadamente he suprimido “de las casas” que debería ir a continuación de derribo porque, de alguna manera, el derribo de casas en la provincia desde la de los Prior en Vera hasta las de Cantoria es un derribo imperdonable de los intereses de Almería que desgraciadamente han dado la vuelta al mundo como una propaganda doblemente negativa de nuestra tierra.
De una parte, la Junta asume competencias de ordenación del territorio, urbanismo y vivienda sin que nadie se lo pida (Constitución art.148-3º) y para no hacer nada por impedir que todas esas construcciones, que ahora consideran ilegales, se hubieran realizado dando una falsa sensación de anarquía.
De otra, el atropello de tirar una casa sin indemnización, sin desenmascarar a los engañadores, sin ninguna opción a legítima defensa, ha creado una psicosis de indefensión y desamparo que ha producido una gran crisis dentro de la que ya padecemos. Y no nos vengan parapetados en las sentencias judiciales porque ninguna de éstas se ha realizado de oficio sino por denuncias expresas de la propia Junta. De oficio ha habido alguna precisamente para impedir el atropello de un derribo. En ninguna otra provincia se han cometido casos parecidos con abundancia de construcciones ilegales en zonas inundables como hemos podido ver este mismo año.
Esperemos que la nueva presidenta con la gran sensibilidad que está demostrando ponga coto a estos desmanes en esta provincia que ya sufrió cierto castigo por ser la última que cayó el nuestra tristísima guerra civil y que está aportando a Andalucía con su creación de riqueza y consecuentes exportaciones bastante más que recibe.
Escribía yo en defensa del alcalde de Carboneras con motivo de una sentencia del TSJA, imposible de cumplir porque daba 10 días para reformar un PGOU: “Soy municipalista por convicción y defiendo el derecho de cada municipio a crear cualquier tipo de normativa que afecte a su territorio. Me solidarizo con el alcalde de Carboneras en la defensa de los intereses de su pueblo. Esta defensa es el más alto honor que cabe a cargo alguno pues es el poder recibido del pueblo de una manera directa y palpitante en la más pura y auténtica democracia. Ningún otro cargo por alto que sea puede palpar tan personalmente el contacto de esa elección directa. Su persona, su imagen, sus actuaciones deben ser respetadas como representante del más genuino poder emanado del pueblo.”
Lo traslado íntegramente al alcalde de Cantoria que dejó su cargo como consecuencia de las anomalías señaladas al principio y sigue sufriendo cierto acoso olvidando el respeto que se le debe al representante “del más genuino poder emanado del pueblo”.
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