Ha sido Rafael Hernando -personalmente pienso que es gafe, y que todo lo que toca se descompone- el encargado de hacer las primeras declaraciones sobre las próximas elecciones europeas. Han sido manifestaciones de alerta. Pide, a estas alturas, que “no se desperdicie el voto” en IU o UPN. Dice que hacen ruido, pero que no son eficaces en Europa. Miedo.
Además de la crisis sistémica de huida de votos que sufre el PP, le acechan grandes acontecimientos negativos.
Alberto Ruiz Gallardón ha introducido, con el nuevo proyecto de ley de interrupción del embarazo, un ruido grave en el sistema. Las encuestas dicen que un número importante de presuntos votantes del PP están en contra de la reforma conservadora. Las manifestaciones, en la línea de prepotencia que caracterizan al ministro de Justicia, bloquean cualquier modificación sustantiva del proyecto. Gallardón nos va a sacar de Europa con su proyecto personal, “el más progresista”, según su peculiar valoración. Se han alzado voces significativas contra la iniciativa en el seno del PP. Y muchos, y sobre todo, muchas, callan en espera de cómo discurre el proyecto en sus sucesivos trámites. Pero en todo caso, si Gallardón pensaba satisfacer a los sectores más integristas del PP, la fuga por el centro puede ser importante.
Los escándalos políticos de corrupción tienen un calendario judicial independiente del político. Y ver declarar a Bárcenas en el banquillo puede impulsar una fuga de votos del PP en un asunto que no está ni mucho menos amortizado. Las cuentas "B" del partido, las que Mariano Rajoy afirmó en sede parlamentaria que no existían, van a hacer eclosión en la vista oral.
La macroeconomía da síntomas, todavía débiles, de recuperación. Pero no llega a las familias y los millones de desempleados no tienen expectativas de lograr trabajo.
En este escenario, las elecciones europeas son idóneas para castigar al partido en el poder. La mayoría de los ciudadanos no tiene una percepción positiva de ese parlamento difuso y lejano que es el europeo. Y gastar el cartucho de un voto, que no se sabe bien para que sirve, en castigar al Gobierno será un deporte nacional que se practicará con ahínco.
El PSOE, pese a lo que dicen las encuestas, tiene una oportunidad de encontrar el camino de la recuperación. Y seguro que confiará en una candidatura potente; lo cual no es suficiente, pero si necesario. Es la gran oportunidad para los outsiders, esos a quien Rafael Hernando niega capacidad de influencia en Europa pero si les concede la posibilidad de hacer ruido.
Y las próximas elecciones son, sobre todo, una inmensa oportunidad para el estruendo sistematizado de frustraciones soterradas.
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