Todavía con el sueño de la duermevela, la luz en la ventana y algún pájaro saludando a la aurora., me llega por la radio el notición de la muerte de Paco de Lucía. El debate de la nación me había dejado bastante insatisfecho . ésta es la verdad. Mi pesimismo antropológico me dice, una vez más, que los perdedores no deben hacerse demasiadas ilusiones pese a las triunfalistas y conservadoras promesas de recuperación. ¿ A quién se le ocurrió hacer del debate parlamentario una especie de Madrid- Barsa para alivio de forofos? En realidad aquí nadie gana o pierde por goleada, como le gusta decir a cierta prensa adicta. Por ese camino entre capital y trabajo siempre ganarán los bancos. De ahí que la guitarra de Lucía, voz del pueblo consuelo de los desheredados que van por el campo solos. resultara un gran aliviadero sociológico en mitad de la noche. No hace falta decir que he quedado anonadado con la noticia. Sé de sobra que ahora vendrá un tsunami necrológico de homenajes, sesudos comentarios, profundos y sinceros llantos de amigos del gran artista que repasarán paso a paso toda su biografía. Yo aunque profano tampoco puedo escribir de otra cosa en esta mañana de febrero en que desaparece el más grande guitarrista flamenco de todos los tiempos. Sin saber de qué ha muerto y con la tristeza de quien se va a los 66 años, un edad que todavía prometía muchos prodigios musicales, recuerdo aquel gran concierto en el teatro Real de Madrid. Por primera vez un artista flamenco subía a un escenario dedicado normalmente a la ópera y al bel canto. Era como si ya no hubiera clases entre aquel público compuesto mayormente de estudiantes universitarios. Estábamos ya en los primeros estertores agónicos del franquismo . Paco andaba lejos de saber que su arte sería luego utilizado como un arma revolucionaria, sin embargo , al margen de intereses ideológicos o sectarios, lo que todo el mundo reconocía era su talento. Su producción recogía obras netamente flamencas pero también lo mejor que había ido dando a luz el alma del pueblo aplicado luego al instrumento a través de arreglos de la música culta. Ahora que hablamos tanto de la Marca España, Paco de Lucía ha hecho más por la universalidad de nuestra cultura que todas las agencias y programas turísticos.
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