Dos noticias como estas explican el estado del país y también el de cada una de las provincias donde rigen las autonomías. La primera se enuncia así: “ La desigualdad crece en España desde 2007 más que en cualquier otro país de la UE” . La segunda, más cercana, se refiere al hecho de que “las familias de Almería son las que más renta anual han perdido”. Las dos tienen en común la peste bíblica de la crisis que ha obligado a estrechar la brecha social mediante ajustes y recortes criminales. Como ven, España se lleva la palma, pero nuestra provincia tiene matices muy sintomáticos.
Partimos de un hecho estremecedor. Nuestros dos problemas principales son el paro y la corrupción y no es cuestión de un día. El esplendor socioeconómico de hace unos años era en buena parte una falacia fundada básicamente en la construcción y en el pelotazo.El pinchazo de la burbuja inmobiliaria nos sacó del sueño al tiempo que comenzaron a sobrar viviendas. Una clase social heredera del franquismo y con una moral católica vacía de sentido evangélico acaparaba “pufos” de enriquecimiento fácil. Ocurría hasta en las mejores familias .Políticos y negociantes inmobiliarios iban de la mano para reconvertir solares en la gran oportunidad de la vida. Esto en lo que se refiere a la nación. Por lo que hace a Almería ni el cine ni otras fantasías industriales dieron aquí resultado dinerario. Sí lo dieron los invernaderos, un combinado de ciencia y trabajo.
Algunos alcaldes perdieron la cabeza ante la eclosión del plástico. Aquí vinieron los Rolling Stones pocos días antes de que detuvieran a los implicados de la Operación Poniente. La brecha entre pobres y ricos creció por la concentración de impuestos. No sabemos, como dijo Rubalcaba, si la derecha quería arreglar la crisis con nuestros impuestos o era más bien una falsa excusa para apretarnos el cinturón. El resultado está ahí, crece la desigualdad entre españoles, los almerienses los más y las consecuencias sociales las ve cualquiera. Un estudiante de clase media baja no tiene las mismas oportunidades de pagar su matricula universitaria que un rico. Ni aún teniendo muchísimo talento le será fácil subir en una sociedad montada sobre el clientelismo y el enchufe.
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