Antonio Alcántara, un personaje inverosímil

“¿Alcántara es representativo del ciudadano medio español en estas décadas? ¡Venga ya!”

Miguel Ángel Blanco
23:42 • 24 mar. 2014

Al personaje Antonio Alcántara de “Cuéntame cómo pasó”,  no me lo creo. Y me explico. Cuando inició su andadura, hace ya unos años, la serie, las presentaciones informaron que se trataba de explicar el proceso desde la dictadura a la democracia, a través de una familia española, más bien de clase media baja, de barrio, muy representativa de la sociedad que ha ido evolucionando en nuestro país. Los guionistas han trabajado a fondo sobre cada uno de los personajes que han dado su sello especial a la serie y a cada momento histórico. Y así ha sido aparentemente, hasta el punto de que la mayoría de los telespectadores se han identificado con esta familia, convirtiéndola en algo propio y a la que han dado cabida en muchos hogares. 


Dos personajes se convierten en la guía principal: Antonio Alcántara (Imanol Arias) y Mercedes (Ana Duato). Y por ahí anda el matrimonio protagonista, en estos momentos en horas bajas, después del golpe de escándalo que ha recibido la audiencia fervorosa, tras el hecho de que el protagonista (Antonio) ha engañado a su mujer (Mercedes) que lo ha echado de casa. Y la ejemplaridad inicial parece que, de momento, queda por los suelos. Algo que sólo los guionistas pueden arreglar, cuando le interese a la productora de la serie, que vigila muy de cerca el éxito, entre subidas y bajadas de audiencia.


Lo arriesgado y complicado, pero coherente, habría sido desarrollar la serie en el mismo o parecido entorno en el que se inició, lo normal, con cambios sociales más coherentes. 




Pero no, el “bueno” de Antonio Alcántara ha pasado por todos estos oficios, que yo recuerde, desde los 60 hasta los 80 (ahora está la serie en 1982): conserje de ministerio, empleado de una constructora, empresario de la construcción, dueño de una imprenta; político con UCD, llegando a ser director general de Agricultura; candidato a la alcaldía de su pueblo (Sagrillas); empresario con una empresa dedicada a hacer banderas, pancartas y estandartes para las elecciones; dueño un pub de alterne; y en la actualidad bodeguero… Y en esta trayectoria, no le faltó, entre los problemas que sufre el personaje, la caída en el juego, vamos, que Antonio Alcántara tuvo su fase de ludópata. En fin, que, según los guionistas de la serie, ¿este personaje es representativo del ciudadano medio español en estas décadas? ¡Venga ya!  En fin, que yo no me lo creo y son inverosímiles las vueltas y revueltas de Antonio Alcántara.


Hay otros interrogantes de la serie, que sólo voy  esbozar. Por ejemplo, que el hijo (Carlos), de joven sea propietario de un local de copas y música, en un remedo ridículo de la “movida” madrileña, tras sufrir problemas como el que le llevó a la cárcel, siendo inocente, en un asunto de drogas. Otras reflexiones, por otra parte, apuntan a la evolución de la hija actriz (Inés) o al hijo mayor (Toni) metido a periodista. Son cuestiones que se miden en función del interés de la serie. Me pregunto por dónde anda esa “otra” juventud que también existió y que apenas sale en “Cuéntame”. Mercedes tiene también otra trayectoria: ama de casa, peluquera, estudiante universitaria, modista y diseñadora, etc., digna de mayor estudio. 




Eso sí, en la serie están dos personajes, en mi opinión, muy bien construidos, coherentes: Don Pablo (José Sancho, extraordinario), empresario corrupto de la construcción, que dominó la serie en las primera etapas; y la Abuela (María Galiana, extraordinaria), siempre presente. Estos personajes, sí me los creo, tal cual.




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